“El Aeropuerto de Barcelona es una selva”. Con estos términos se expresa un veterano taxista de la ciudad, que las ha visto de todos los colores en el aeródromo barcelonés. En los últimos años, se ha mezclado una problemática nueva junto a otra enquistada hace décadas: la irrupción de las VTC’s y los taxis piratas. Ambas tienen el mismo efecto sobre el sector: la competencia desleal. 

Para los coches negros y amarillos, entrar en el aeropuerto se ha convertido en los últimos años en sinónimo de problemas. El hall de la T1 actúa como punto de encuentro para piratas. Algunos son conductores de Cabify, que hacen horas extras en el aeropuerto fuera de la plataforma. Otros llevan años aquí, y operan como auténticas mafias. Trabajan con “total impunidad”, denuncian fuentes del sector del taxi, desesperados al ver cómo les “roban” clientes en su cara. 

ORGANIZACIÓN

Los tienen identificados, pero topan con su “extrema violencia” cuando les recriminan esta práctica arraigada en la ciudad. Se trata de “mafias organizadas”, que tienen un modus operandi muy claro: unos captan clientes en el hall del aeropuerto mientras otros esperan en sus coches para transportar a los clientes, sobre todo turistas. Su grado de organización ha llegado al punto de alquilar todo el año plazas de parking en el aeropuerto para ejercer su profesión. “Entre ellos se organizan y se respetan, con sus turnos y sus zonas”. 

Los tipos de vehículos que utilizan son variados. Desde BMW’s hasta furgonetas. “Te puedes encontrar de todo”, denuncia Tito Álvarez, portavoz de la asociación Élite Taxi, mayoritaria en el sector. 

AGRESIVOS Y VIOLENTOS

La ley, en estos casos, es difícil de aplicar. “Los han de pillar con las manos en la masa”, resume Álvarez. Según fuentes del Institut Metropolità del Taxi (IMET) la sanción “puede ser de hasta 6.000 euros y la inmovilización del vehículo”.

¿Quiénes son estos taxistas piratas? Según fuentes del sector, se trata de mafias de diversas nacionalidades, desde rusos --que trabajan mucho en la Costa Dorada-- hasta africanos. Muchos de ellos viven en el barrio del Raval, buscavidas habituados a trabajar de forma ilegal. “Son muy agresivos y violentos”, asegura Álvarez. Fruto de esta violencia, se producen rifirrafes entre coches amarillos y negros y taxis piratas. 

SOLUCIONES

Desde el sector proponen soluciones, como que Aena informe por megafonía de cuáles son los taxis oficiales o donde se pueden coger, que es lo que se hace en otros aeropuertos como el de Nueva York. Sin embargo, desde el operador aeroportuario se niegan a realizar estos avisos alegando que se trata de un aeropuerto silencioso.

Falta también formación entre los agentes de policía para sancionarlos. No obstante, sí se ha notado una mayor presencia policial en los últimos años tanto en el aeropuerto como en los accesos, con más control a las VTC, afirman desde el sector del taxi. 

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