Martes, 08:05 horas de la mañana. Un tren de la R2 de Rodalies se acerca a la estación de Sant Andreu Comtal de Barcelona. Desde el pasado mes de septiembre, este es el final de trayecto de la línea, ya que las obras de construcción del AVE de Sagrera-Sant Andreu, así como la unificación de las vías de la R2, R2 Nord, R1 y R11, han cortado todo el trayecto de una de las líneas por la que cada día pasan aproximadamente el 19% de los trabajadores que acceden desde otras localidades a la capital catalana para trabajar.
Poco antes de que pare el transporte público, la gente se levanta y se acumula frente a las puertas. Los accesos se abren y una marabunta de personas se encuentra en el andén para salir de la estación. Recorrerán juntos en tropel los próximos 200 metros. Y es que, en horas puntas, todos coinciden en dirigirse, al metro de Sant Andreu, la única alternativa del transporte público para moverse por la ciudad además del servicio de buses.
Se trata de una situación que ha levantado quejas entre los usuarios, que debido a las obras que han causado el corte de la línea, necesitan mucho más tiempo cada día para desplazarse a sus puestos de trabajo. En el caso de alguien que trabaja en el centro de Barcelona, por ejemplo, los intervalos de tiempo pueden llegar a incrementarse más de 30-45 minutos por trayecto, dependiendo de posibles incidencias o del número de transbordos que se tengan que efectuar en el suburbano barcelonés.
En el camino entre ambas estaciones, los trabajadores recorren la plaza de la Estació y la calle del Pont, dos zonas que se quedan pequeñas, por lo que es habitual en horas puntas ver como los transeúntes invaden la calzada de una zona que no está peatonalizada para desplazarse. Ya frente a la plaza de Orfila, el paso de cebra y su semáforo se han convertido en una suerte de pequeño Shibuya (una región de la metrópoli de Tokio) a intervalos, pues los trenes de la R2 llegan a la terminal cada 15-30 minutos, en función del momento del día.
El acceso al metro vuelve a convertirse en un embudo, donde las personas acceden al suburbano por turnos ante la mirada de un dispositivo de refuerzo conformado por unos cinco interventores y otros tantos guardias de seguridad. Poco hay que vigilar, no obstante, pues los tornos de acceso al andén permanecen abiertos y solo valida su título quien quiere.
Lo mismo ocurre en las estación de Sant Andreu Comtal de Rodalies, valida el título quien quiere, bajo la única condición de si, en la terminal de destino, los tornos estarán abiertos o si tendrá que picar de nuevo el billete para salir.
Curiosamente, el título especial habilitado por el Gobierno de España es compatible para acceder al metro en la estación aledaña -siempre que se haya picado en el plazo de 1:45h antes en Rodalies, aproximadamente-. Para hacer el camino una vez concluida la jornada laboral, hay que disponer de un título integrado de ATM (Autoritat del Transport Metropolità) o compatible de Rodalies para acceder a ciertas estaciones de metro y, una vez en la parada de Renfe, validar el título especial de Rodalies.
LOS VIGILANTES DE SEGURIDAD, DESBORDADOS
Desde el sindicato ADN de seguridad explican a Metrópoli que, si bien es cierto que se han destinado equipos especiales de refuerzo de seguridad a estaciones de metro y tren estratégicas, los equipos de interventores y vigilantes están desbordados en los picos de afluencia. Este medio ha podido observar como no se impide el acceso a ningún usuario al metro o al tren que no haya validado su título ni hay ningún otro tipo de control en este aspecto. La función de los equipos, parece, estar más orientada a la información de los usuarios y el control de posibles altercados.
En este sentido, explican que todavía no ha habido nada que exceda el enfrentamiento verbal o los insultos. No obstante, se plantean si la situación seguiría igual en el caso de que los tornos, por defecto, permanecieran cerrados y requirieran de validación en cualquiera de las estaciones. En este sentido, aseguran que si estos se cerraran, comenzarían a haber problemas de todo tipo, también altercados violentos porque "la gente se está acostumbrando a no pagar".
Aseguran que los tornos por defecto están cerrados salvo que haya habido una orden previa para mantenerlos abiertos, por lo que consideran que puede ser una medida de prevención para asegurar la tranquilidad y la ausencia de problemas o conflictos en apeaderos y andenes ya que, afirman, no solo se trata de Sant Andreu, sino que la política de tornos abiertos se repite en varias paradas estratégicas de la capital catalana. En este caso, tanto TMB como Renfe han confirmado a Metrópoli que existe una directriz para mantenerlos abiertos con la que se pretende evitar aglomeraciones en ambas estaciones.
El sindicato argumenta que la gente cree que desde que en septiembre se aplicó la rebaja de billetes de ATM y Renfe, mucha gente cree que el transporte es gratuito. No lo es. De hecho, los títulos como la T-Usual, T-Jove o T-Casual están rebajados un 50%, mientras que en Renfe se puede disponer de un título con viajes ilimitados de forma gratuita, pero hay que depositar una fianza de 10 euros -y validar los viajes-.
CAOS EN LA VUELTA A CASA
Terminada la jornada laboral, la vuelta a casa no es mucho más tranquila. En primer lugar, los usuarios deben validar su título de metro y acceder al suburbano hasta Sant Andreu que, durante la tarde, aumenta de nuevo su afluencia debido a las personas que se dirigen a la estación de Renfe. Una vez allí, toca esperar. La gente se acumula alrededor de los tornos -siempre abiertos-, en la entrada de la terminal, en su interior e incluso en el acceso a los andenes.
En este último lugar, a derecha e izquierda, equipos de interventores y guardias de seguridad bloquean el acceso a las vías y abren paso una vez los trenes que llegan han descargado a sus pasajeros. Esta coordinación -que sin duda evita aglomeraciones- deja paso a enfados y enfrentamientos entre viajeros y personal de la estación ya que el acceso a los andenes se vuelve a bloquear minutos antes de que salga el tren, por lo que siempre hay usuarios apurados de tiempo indignados que podrían haber llegado a su transporte sin problema y, sin embargo, deben esperar de 30 a 40 minutos más a que llegue el próximo transporte porque se han topado con una barrera humana que, sin mayor explicación que "el acceso está cerrado", les retrasa más de una hora su vuelta a casa. Es habitual ver, antes de que salga cada vehículo de la estación, como decenas de viajeros se amontonan frente a los equipos de Renfe reclamando que les dejen pasar.
Al respecto, Renfe, así como el sindicato de vigilantes, no han registrado incidentes mayores más allá de enfados, indignación o enfrentamientos verbales.
MÁS DE 28.000 VIAJEROS
Desde que entró en vigor el corte de la línea, la operadora ferroviaria del Estado ha registrado hasta 28.500 viajeros procedentes de la R2 Nord y la R11. El autobús especial habilitado que conecta Granollers Centre con Sant Andreu Comtal y con la estación de Meridiana - La Sagrera, recoge hasta 650 pasajeros diarios, según datos oficiales.
Las obras comenzaron el pasado 17 de septiembre. Durante el fin de semana del 17 y 18 del pasado mes, la R2 y la R11 comenzaban y finalizaban en Montcada i Reixac. La R1, que pasa por la estación de Sant Andreu aunque no para en ella, inició o finalizó su recorrido en Badalona durante esos días. Estos cortes se repetirán el 29 y 30 de octubre y 12 y 13 de noviembre.
Del 19 de septiembre al 2 de diciembre, la R2 y la R11 comenzarán y terminarán en Sant Andreu Comtal. Por último, del 3 al 10 de diciembre la línea comenzará y terminará en Montcada i Reixac y se mantendrá cortada hasta el Clot -Aragó, por lo que habrá que hacer un transbordo ferroviario para llegar a Barcelona.