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El metro de Barcelona ha cumplido un siglo desde que comenzó a circular bajo las calles de la capital.

A lo largo de estos 100 años, ha sido testigo directo del crecimiento urbano, los cambios sociales y las transformaciones culturales de la capital catalana.

Su evolución no solo se refleja en la expansión de la red, sino también en la metamorfosis de muchas de sus estaciones más emblemáticas.

Una vida dedicada al metro

Ramón Carbó es uno de esos nombres que han quedado ligados al metro barcelonés. Inició su andadura profesional como mensajero y terminó gestionando operaciones desde el centro de control del suburbano.

Panel con las líneas de la L1 del metro de Barcelona en el año 1964 Fundació TMB

Su historia personal es también un reflejo de cómo este sistema de transporte ha cambiado con el tiempo.

La L1, el origen del viaje

La Línea 1 del metro, una de las más antiguas y transitadas de la red, fue inaugurada en pleno periodo franquista.

En aquella época, el castellano era la lengua predominante, lo que influyó directamente en la denominación original de muchas de sus estaciones. Barrios, plazas y edificios daban nombre a las paradas, pero en español.

Fue en 1982 cuando se oficializó el uso del catalán en los nombres de las estaciones. Así, paradas como Mercado Nuevo, Universidad o España pasaron a llamarse Nou Mercat, Universitat y Espanya, respectivamente.

También cambiaron sus nombres Urgel (Urgell), Cataluña (Catalunya), Fabra y Puig, Sant Andrés (Sant Andreu) y Torras y Bages.

Estaciones que ya no existen

La historia de la red también incluye algunas estaciones que han desaparecido con el tiempo. Es el caso de Bordeta, que estuvo en funcionamiento desde 1926 hasta su clausura en diciembre de 1983.

Metro Barcelona TMB

Muy cerca se encontraba también la estación Bordeta Cocheras, renombrada posteriormente como Santa Eulàlia. No obstante, la actual Santa Eulàlia no está situada en el mismo punto, ya que fue reubicada ese mismo año.

Nombres con historia (y algo de confusión)

A lo largo de las décadas, varias estaciones de la Línea 1 han experimentado cambios curiosos en sus denominaciones.

La actual Hospital de Bellvitge, por ejemplo, se conocía hasta 2003 como Feixa Llarga, en alusión a la calle donde se encontraba, mucho antes de que se vinculara al hospital.

Antigua estación de Hostafrancs de la L1 de Barcelona Fundació TMB

Otra transformación llamativa fue la de Arc de Triomf, que originalmente se llamaba Triunfo-Norte, o Plaça de Sants, que en sus inicios figuraba simplemente como Sans, ya que la plaza que conocemos hoy todavía no existía.

Pequeños ajustes con el tiempo

Más allá de los grandes cambios, también se han realizado modificaciones menores en los nombres. Rocafort, por ejemplo, perdió una letra al pasar de "Rocafor" a su forma actual. Hostafrancs eliminó la “h” final (originalmente era “Hostafranchs”) en 1982.

Y en 2009, a La Sagrera se le añadió el artículo definido que hoy la acompaña.

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