Falta de pedagogía sobre diversidad cultural. Este es el motivo de las 14ª jornadas de la Xarxa Nou Barris Acull que se han celebrado este fin de semana en el Ateneo del distrito. Bajo el título ´Diversas miradas al islam´, el distrito se ha propuesto hablar de la religiosidad islámica en general y en el territorio, Nou Barris, uno de los distritos más extensos de la ciudad y, sin embargo, de los menos valorados por las administraciones, según los vecinos que han asistido a las jornadas.
24.347 vecinos son de origen extranjero en un distrito de 164.881 personas. Italia, Paquistán, China, Francia y Marruecos son, por este orden, los países que encabezan el ranking de procedencia de personas extranjeras en Barcelona. Y en relación al islam, en el distrito de Nou Barris 1.873 personas son de origen paquistaní y 1.708 vecinos proceden de Marruecos, sin contar las consideraciones personales ajenas a la religión de estas procedencias ni de las conversiones de personas autóctonas, según datos de Idescat.
Unas cifras que diversifican la realidad de un distrito, históricamente, formado por personas que responden a otros movimientos migratorios procedentes de otros lugares del estado español a mediados del siglo XX.
Siendo éste el contexto social de Nou Barris y teniendo en cuenta los acontecimientos que rodean el islam a nivel global, pero también en el caso de la apertura de un oratorio en la calle Japón de Nou Barris, las jornadas se justificaban por sí solas.
“La cultura catalana no existe porque ya es diversa en sí misma“ , aseguraba Moustapha Shaimi, filósofo y mediador comunitario. Shaimi se declara abiertamente ateo, al mismo tiempo que defiende la práctica religiosa del islam y de cualquier otra confesión, ya que “ es un derecho fundamental amparado por la Constitución Española y las Carta Universal de los Derechos Humanos”. Según Shaimi “la interculturalidad es una forma de racismo porque las personas no se relacionan con otras por su cultura, si no por intereses ciudadanos compartidos“. Shaimi hacía referencia al acceso a la educación o las condiciones laborales.
Natalia Andújar y Moustapha Shaimi / AROA ORTEGA
En la misma mesa, Natalia Andújar, lingüista, profesora y feminista musulmana, confirmaba que “se puede criticar el islam pero no reducirlo a un bloque homogéneo sin contextualizarlo“, apenada por el repunte de los ataques de odio en las redes, y otros físicos, a personas musulmanas por el hecho de su condición religiosa después de un atentado en Europa . En cuanto al desacuerdo por parte de algunos vecinos del barrio y algunos foráneos, a la apertura del oratorio de la calle Japón, Natalia ha descrito que “un garaje con el techo bajo, sin apenas ventilación ni aire acondicionado y sucio no es un lugar para estar, ni para orar, ni lugar de encuentro donde debatir o gestionar asuntos de interés del barrio”, cosa útil y necesaria que, según Andújar, desconocemos que se haga dentro de una mezquita.
En este sentido, el presidente de la Unió de Comunitats Islàmiques de Catalunya´, Mohamed El Ghaidouni, comenzaba su intervención con la idea de “quitarnos filtros mentales para acercarnos unos y otros”. “La sociedad actual considera que lo religioso es un problema”, ha manifestado Ghaidouni, mientras que Fátima Aatar, antropóloga, activista y compañera de la mesa, ha hablado “de una la manera en la que se establece la igualdad en base a la diversidad” inspirada en la feminista islámica, Amina Wadud. Un modo, que según el antopólogo especialista en movimientos sociales árabes, José Sánchez, ha reprochado por la probabilidad de una escisión social.
“¿Saldría la izquierda a defender la apertura de una sinagoga?". Aatar ha lanzado esta pregunta al público para criticar, según ella, la hipocresía de la política de izquierda tradicional respecto a las minorías. La antropóloga ha juzgado el paternalismo y “el supremacismo que se auto complace llamándose progresista”, una posición en la que antes militaba y de la que ahora se desmarca.
Cuando se ha abierto el turno de preguntas la educación religiosa ha sido transversal en todas las intervenciones. "¿Cómo siendo laica puedo tener un proyecto común con una persona que no se separa de la religión?", ha preguntado una mujer entre los asistentes. Los antropólogos han respondido que “sin miedo a conocer el factor religioso del otro y las afinidades comunes”.
Unas jornadas que planteaban temas complejos o desconocidos para la mayoría pero que la realidad acelera la necesidad de conocerlos. La Xarxa Nou Barris Acull, organizadora de la jornada, trabaja por la convivencia en el distrito desde la década de los noventa.