Jordi Cardoner siempre ha tenido el deseo de presidir un día el FCBarcelona. Nieto de Nicolau Casaus, conoce perfectamente la idiosincrasia de la masa social barcelonista y, sobre todo, de sus peñas. El lunes, sin embargo, quedó retratado en su (fallido) intento de desactivar la noticia de TV3 que acusaba al club de lucrarse con los servicios adicionales que ofrecía tras poner en venta las entradas liberadas por los abonados en la modalidad del 'seient lliure'.

El vicepresidente primero del Barça atacó a la cadena pública catalana, pero no pudo desmentir la información que tanto daño ha hecho, y hará, a la entidad. Los abonados del club ya saben, ahora, que la junta directiva busca el máximo rendimiento de aquellas localidades susceptibles de ser vendidas a ejecutivos y extranjeros con un alto poder adquisitivo. El socio, está claro, es un mero cliente.

El gran problema del Barça, deslizado por Cardoner, es la escasa oferta de asientos VIP en el Camp Nou, en comparación con otros estadios europeos como el Santiago Bernabéu, Old Trafford o el Emirates Stadium. El club que preside Bartomeu ingresa unos 35 millones menos por temporada que su gran rival por dicho concepto y la junta directiva busca cualquier fórmula para reducir esta carencia a la espera de remodelar el Camp Nou con nuevas y lujosas localidades de alto standing. Mientras tanto, cualquier chapuza vale.

El gran error del Barça, una vez más, ha sido la falta de comunicación. Su silencio. Muchos socios hubieran dado el visto bueno al club para obtener el máximo beneficio de su entrada, pero lamentan que nadie les haya informado de tal práctica. Se sienten, con razón, engañados.

La actual junta directiva, heredera de la que ganó las elecciones en 2010 con Sandro Rosell como presidente, prometió la máxima transparencia. El expresidente, antes, y Bartomeu, ahora, presumieron de ética y, curiosamente, silenciaron algunas operaciones opacas como el acuerdo de patrocinio con Qatar y el fichaje de Neymar.

Bartomeu vive días difíciles. La última temporada, salvo contadas excepciones, ha sido decepcionante. El equipo de fútbol se estrelló y su caída ha coincidido con la mayor gesta del Real Madrid en las últimas décadas. Mucho más vergonzante es la crisis del baloncesto. Y, lo peor, no se vislumbra una respuesta adecuada, ya sea por las dudas de sus ejecutivos o por las limitaciones económicas de la entidad. El actual presidente, mientras, apuesta por el silencio. Cardoner optó por salir a la palestra, pero su discurso tuvo un efecto bumerán para la entidad y, sobre todo, para sus aspiraciones de presidir la primera entidad deportiva de Catalunya.