El espectáculo que sufrimos los catalanes no es, ni de lejos, edificante. Joaquim Torra con sus actuaciones de “gañán” han desarbolado la Generalitat y nos abocan a unas nuevas elecciones, más tarde o más temprano. Confundió su papel de president con el de un agitador de medio pelo. Decía que para conseguir la República y se va a quedar perdiendo la Generalitat, y lo que es peor dejando en el alero a la institución y su gobierno.

Frente al Palau de la Generalitat está el Ayuntamiento de Barcelona. Ada Colau sigue siendo alcaldesa gracias a los socialistas y a Manuel Valls. Ciertamente, ha conseguido un hito que es lograr los presupuestos con el apoyo de la ERC de Ernest Maragall y las prisas -un poco marxistas, de Groucho- de Elsa Artadi que a cambio de nada ha dado el apoyo a las cuentas municipales para salir en la foto, y no quedarse, una vez más, en fuera de juego.

Sin embargo, más allá de los presupuestos Ada Colau no da vida al consistorio. No hay ningún proyecto de ciudad que invite a la ilusión, aunque sea a través de la polémica. Parece que la alcaldesa espera que el gobierno de izquierdas en Madrid le abra, en algún momento, la puerta para saltar a la política internacional y alejarse de ese activismo del que hizo gala y ahora sólo saca para simular que hace algo.

Cerrar al tráfico la Via Laietana y la calle Aragón, presentado como la panacea contra el cambio climático -compitiendo en ridiculez con la supresión del puente aéreo- más parece una broma de mal gusto que una idea de futuro. La polución no se solucionará con medidas como esta porque la concentración de vehículos seguirá igual aunque no pasen por la Vía Laietana o la calle Aragón. Eso sí, los comercios y los restaurantes de la zona agradecerán -dicho con ironía- la gran idea de la alcaldesa.

Les auguro que si alguno de los partidos presentes en el consistorio es capaz de presentar diez proyectos para la Barcelona del futuro ganará las elecciones. ¿Por qué? Porque será capaz sacar de la inercia que lleva a la capital de Cataluña a la decadencia. Diez proyectos que generen polémica, pero sobre todo, ilusión. Diez proyectos, diez ideas, que nos saquen del pozo sin fondo en el que estamos metidos. Si no actuamos iremos de culo y cuesta abajo. Abandonaremos la vanguardista y cosmopolita Barcelona por una ciudad acomplejada y degradada. Tenemos ahora una segunda oportunidad. Si no la aprovechamos, perderemos la bandera del progreso y nos conformaremos solo con existir. Necesitamos ideas y el que sea capaz de ponerlas negro sobre blanco se llevará el gato al agua. La cuestión es sacar el debate de la mediocridad. Si hay alguien en el Ayuntamiento que tome nota. Es sólo una idea.