Tengo que reconocer que me había equivocado. Critiqué al PSC por no marcar perfil propio y por estar agazapado tras la alcaldesa Colau. Lo hice porque, a mi juicio, los socialistas catalanes no pueden resignarse a ser el socio de gobierno, tienen que jugar sus cartas para elegir ellos a los socios y liderar el ayuntamiento. La crítica se fundaba en las veleidades de los comunes, más atentos a los pequeños detalles del activismo que llevan dentro que a construir un proyecto de ciudad para el futuro. Esta semana, el jefe de filas socialista, Jaume Collboni, sorprendió con un proyecto solvente “Acuerdo Verde de Barcelona” con 28 medidas en 10 ámbitos.
Se puede cuestionar, criticar e, incluso, discrepar de la propuesta de Collboni, pero a día de hoy, es el único que ha puesto sobre la mesa un proyecto de futuro para Barcelona, más allá de las ocurrencias de otros. Pongo un ejemplo. Esta semana ha sido la primera que se ha cortado la Vía Laietana y la calle Gran de Gràcia al tráfico. Se ha cumplido el primer mes de la Zona de Bajas Emisiones, Ambas medidas han sido impulsadas por el consistorio y han tenido oposición y también partidarios. Eloi Badia fue este domingo a RAC1 a explicar “el éxito” de las medidas. La sorpresa es que no aportó ni un solo dato. Se limitó a la autocomplacencia y a vender humo, porque las medidas contra el cambio climático son necesarias, pero no podemos quedarnos en el puro maquillaje. Y no contestó ni a una sola pregunta con solvencia. Una entrevista prescindible, ya les digo.
Barcelona es algo más que un escaparate. No he visto a la alcaldesa muy preocupada por lo que está sucediendo en Nissan. La consejera Angels Chacon, como mínimo, está haciendo su trabajo para evitar que la empresa marche de Barcelona. El Brexit puede ser un último hachazo a su continuidad y para la continuidad de miles de puestos de trabajo. Seguro que para Colau, Nissan no tiene glamour, pero para miles de familias el glamour es la entrada de un salario mensual en sus casas. Hasta hoy, no hemos oído una palabra de la alcaldesa.
No sólo no se posiciona en temas importantes, candentes del día a día, sino que tampoco lo hace en la planificación del futuro. Al menos Collboni abrió esta semana las ventanas y entró aire fresco. Parece que Colau está más preocupada por su propio futuro personal que por la ciudad. Las elecciones catalanas van a poner en marcha el termómetro del apoyo que recibe su proyecto. Los comunes se la jugarán en estas elecciones, que están anunciadas, aunque no convocadas. Según el resultado, Colau, quizás, quiera acelerar su salida del consistorio. Una salida que muchos dan por segura en algún retiro dorado a la sombra de la ONU y en sus múltiples organismos. Barcelona necesita dedicación y nuestra máxima edil está en modo “pasapalabra”. No es buena noticia. Parafraseando a Casablanca “siempre nos quedará Collboni”. Eso sí, que el líder socialista no se acomode ni se deje inundar por el trabajo del día a día. Algo que Colau hace muy bien, pasar los temas complejos a los demás.