Jordi Hereu tuvo la idea en 2010. Lo pusieron a caldo. Nadie le hizo caso y menospreció la idea. Sobre todo, algunos medios de comunicación que desataron una campaña de desprestigio porque el objetivo era que los socialistas quedaran fuera de la alcaldía de Barcelona. Han pasado 10 años y aquella idea denostada revive.
Pedro Sánchez visitó Barcelona y se entrevistó con Torra, desempolvando la idea. En el punto 23 del documento que entregó al presidente de la Generalitat, el presidente del Gobierno apuntaba: “Apoyo a los Juegos Olímpicos de Invierno 2030. Abierto a estudio. Debe ser iniciativa bajo el liderazgo del Comité Olímpico Español con la incorporación de otras comunidades autónomas”.
Estas escuetas palabras ocultaban un trabajo previo liderado, efectivamente, por el Comité Olímpico en asociación con la Unión de Federaciones Deportivas Catalanas y la complicidad, activa complicidad, de la gran patronal catalana Foment del Treball. Las tres organizaciones llevan meses reactivando la idea de presentar una candidatura para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 con sede en Barcelona y, evidentemente, en el Pirineo catalán y aragonés. El objetivo no es otro que recuperar prestigio internacional, potenciar la ciudad, reactivar y fortalecer los destinos pirenaicos. Y otro objetivo, menos tangible, pero quizás más importante, recuperar esa ilusión perdida por la Barcelona del futuro.
El presidente de la Generalitat no ha contestado, pero el tema no le viene de nuevo. Gerard Esteva, presidente de la UFEC, se ha encargado de que el presidente Torra tenga todos los datos del proyecto. Ahora sólo falta que la Generalitat dé el paso de la mano del Gobierno de España. Sólo falta saber que piensa Ada Colau, siempre tan negativa con este tipo de proyectos. Jaume Collboni ha sido durante todo este tiempo de trabajo previo un sólido aliado de los impulsores de la Barcelona Olímpica. Colau debe ser consciente que no puede, una vez más, marear la perdiz y tiene que liderar este proyecto, aunque sepa que para 2030 su presencia en la alcaldía será un recuerdo. Collboni presentó un proyecto de ciudad hace unos días. Seguimos pendientes del proyecto de Colau. Haría bien la alcaldesa en no ponerse de perfil.
Al menos no se puso de perfil ante Sánchez. El presidente y la alcaldesa renovaron la relación institucional y hablaron de relanzar la cocapitalidad de Barcelona en el ámbito cultural y científico. En sí mismo, esto es una buena noticia porque supera una etapa de bloqueo con los gobiernos del PP. Si hablamos de proyectos de ciudad, de proyectos de futuro, sin duda, una Barcelona Olímpica es uno de ellos porque puede ser un elemento fundamental para recuperar esa autoestima que hemos perdido en la última década de desaguisados, de confrontación y de veleidades con poco sentido. Recuperar la ilusión de futuro se convierte más que en un objetivo, en una necesidad. Barcelona 2030 puede ser uno de esos proyectos que recuperen la complicidad perdida entre las diferentes administraciones y para que la sociedad civil recupere el impulso perdido en estos años de luchas cainitas. Y ya de paso, recuperar la imagen de un alcalde, Jordi Hereu, que visto lo visto en estos años, fue un buen alcalde. Quizás el último alcalde de Barcelona.