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La exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau

La exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau EUROPA PRESS

Opinión

Colau, el cofre, la llave y la breva

"Porque la ética de los comunes es como el chicle. Flexible, pegajosa y babosa, se estira o arruga a su gusto"

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Barcelona en Comú actualiza su código ético para que su faraona Ada Colau pueda volver a dañar al Ayuntamiento y a damnificar aún más a Barcelona y aledaños hasta Israel.

Era de esperar. Porque la ética de los comunes es como el chicle. Flexible, pegajosa y babosa, se estira o arruga a su gusto. Y, a veces, cuando estalla, el globito les pringa su morro y caradura. Los comunes escriben y practican la ética con hache, sin acento y con k de okupas. Así que se han subido los sueldos y han alargado los plazos de ostentar cargos, empleos, prebendas y cruceros de placer a cargo del contribuyente.

Con su Gran Capitana gafe, obstinada, ignorante y perezosa, quieren perpetuarse en un poder que no repetirán, según las encuestas. Cual piratas ahorcados por sus mentiras, fracasos,
ridículos, contradicciones y puñaladas internas. Irrelevantes y camino de extinción, la TVNO-DO3 del régimen ha enchufado a Colau en una tertulia. Bien pagada por los contribuyentes, puede ser darle cuerda para que se cuelgue solita.

Porque Colau aplica el manual básico de comunicación de comunes y podemitas. Interrumpir al que opina distinto, culpar a todos excepto a ellos mismos, no responder a preguntas sobre
sus tejemanejes y berrear por falta de argumentos. Devuelta rápidamente por Israel para que sus navegantes no sumaran más parásitos a las chinches de los calabozos, Colau asegura que la tregua y la paz fueron gracias a su gesta.

Con sus delirios ególatras por delante, ni una autocrítica a su Flotilla de Pacotilla. Con sus mareos por olitas de solo tres metros, hasta aquella joven sueca que recuerda a la niña de la película El Exorcista cambió de barco porque no la soportaba. Tampoco la aguanta Janet Sanz, lideresa de los comunes en Barcelona, quien deja la política para ni verla. Y la repudió el coordinador de aquella Armada Invencible, Khaled Boujemâa, que dimitió al enterarse de que entre la marinería había activistas LGBTI.

Hubo entre sus otros bajeles, barquitas de pijos que no habían navegado más allá de Cadaqués o de la cala de Palafrugell cuando las cantadas de habaneras. La mayoría desistieron antes de divisar la Menorca vacacional. Aguerrida y privilegiada como es, Colau viajó en un yate de lujo que fue propiedad de narcotraficantes… Otro lo había comprado el empresario de Open Arms, con fama de presunto negrero.

Hamás dirigió y pagó la ida. Los españoles, la vuelta. Objeto de mofa y de befa, la odisea de la heroica Colau suplicó protección del patrullero de altura de la Armada Española, El Furor (P-46). Ella, que siempre ha despreciado, maltratado y marginado a todo servidor público que vista uniforme. Escondida tras los pantalones de los militares, su grotesca navegación hacia mares tranquilos donde nadie la había llamado acabó en estrafalarias imágenes de su detención.

Otra charlotada. Para alegrar el retorno de Colau, ebria de ego, cabe entonar la canción marinera Marinero borracho, del grupo Celtas Cortos, que se pregunta: “¿Qué haremos con el / marinero borracho?”. Y se responde: “Mételo en un cofre y tira la llave”.

A ver si nos cae la breva.