El Barça es el gran icono deportivo de Barcelona en el mundo, pero no el único. El antiguo Godó, ahora Barcelona Open Banc Sabadell, sobrevive con más problemas que alegrías en la ATP y el Circuit de Barcelona-Catalunya sigue siendo una referencia para los aficionados de la Fórmula 1 y de MotoGP. Tradición al margen, las grandes pruebas del motor tienen un impacto económico muy elevado en el territorio catalán y en su capital que no debería menospreciar Ada Colau.
La alcaldesa, partidaria de construir una ciudad más sostenible y alejada de los grandes eventos, decidió recortar las subvención del Ayuntamiento. En 2015, el Circuit recibió cuatro millones del consistorio barcelonés, cantidad que quedó reducida a la mitad en 2016. La Generalitat, en cambio, ha aumentado su aportación en los últimos años y ha maquillado las cuentas del circuito.
Colau también titubeó con el Mobile World Congress y quiere ralentizar el negocio turístico en Barcelona, una de las señas de identidad de la ciudad. Los agentes afectados están que trinan con la alcaldesa, que gobierna en minoría, con el respaldo de un PSC que durante décadas impulsó y potenció los grandes acontecimientos, como los Juegos Olímpicos y el Fórum, de la ciudad.
En Montmeló, mientras, recuerdan que el circuito tuvo un impacto económico de 340 millones de euros para Catalunya en 2015. El Gran Premio de España de Fórmula 1 generó 163 millones, cantidad sensiblemente superior a los 97 millones que movió el Gran Premio de Catalunya de MotoGP.
La Fórmula 1 reúne a unos 60.000 aficionados extranjeros en Barcelona durante tres días. Encontrar un hotel en la ciudad o en un radio de 50 kilómetros es misión casi imposible y muchos comercios hacen su agosto durante ese fin de semana.
Barcelona recibe una publicidad casi gratuita y altas esferas de la Fórmula 1 recuerdan que la capital catalana renovó su contrato hasta 2019 tras abonar menos de la mitad que otros circuitos (de países emergentes, sobre todo) para acoger un Gran Premio.
Colau tiene otras prioridades, aunque en algunas (como su insistencia en el tranvía) choca con su socio en el gobierno municipal. Por cuestiones ideológicas o estratégicas, a la alcaldesa le falta sensibilidad con importantes entidades que ponen a Barcelona en el mapa. Mejor darle gas al Circuit. Se lo agradecerán muchos negocios y los miles y miles de barceloneses que disfrutan con el motor. Algunos, progresistas.