No sé cómo andan ustedes de convocatorias literarias, pero en lo que va de primavera se han propagado las más frescas, descaradas y estimulantes en un “más divertido todavía” que no cesa, así que este año puedo decir que amo por fin la promoción de libros de Sant Jordi general, y con más intensidad que nunca. No sólo la de mis amigos, a los que abrazo y felicito con alegría especial ya desde el primer mail o whatsapp convocante. Las de cualquiera.
Pero sólo cuando el autor es travieso y dribla a su gabinete de prensa editorial y se toma en serio lo de que quiere contarle algo al mundo por sí mismo, que para eso escribe uno, para contarlo de inmediato. Eso es emocionante.
Adoro a esos escritores que utilizan con empeño las vías de comunicación domésticas y las redes sociales personales como colofón de su labor literaria por la gracia que tiene esta novedosa forma de promoción. Vale, estos escritores de la nueva tendencia quizás no llegarán a las listas de los más vendidos o son unos pesados, dirán algunos para mofarse, pero que les quiten lo bailado y el cariño de relaciones personalizadas que promueven.
Por si quieren imitarla el año que viene los editores y escritores anticuados, dudo que sea lo mismo, la cosa consiste en que cada escritor lo hace a su manera y, sobre todo, lo hace él. Por eso es una promoción peculiar y fresca, llena de anécdotas y tan simpática que se quedan en nuestros corazoncitos mucho mejor que los manidos carteles que pueblan las librerías, los anuncios en los periódicos y las listas de los más vendidos. Incluso cuando tenemos que rogarles que no nos envíen más mensajes. Eso, si eres educado, se hace con una sonrisa y listo.
En fin, este “háztelo tú mismo” del que quería hablar está intenso porque viene Sant Jordi y he preparado una particular lista de cracks totales de la promoción emocional. Escritores que envían mails verdaderamente personalizados –la maravillosa Laura Borràs y su “La literatura en un tuit”, presentado el pasado viernes 7-, escritores que envían mensajes directos por twitter que no son el típico “hazme retuit porfi” –el elegante Xulio Ricardo Trigo es un buen ejemplo, nos encandilaba con “El objetivo del crimen” hace unas semanas-, otros que aún si conocerte te chatean entre confidencias cotidianas y te convencen de la ilusión que les haría que acudas –por ejemplo Berta Rubio y su “Enllaçar-se i altres embolics”, presentado el pasado 5 de abril-. Y qué decir de los que sin ser nativos digitales se arremangan y crean grupos de watsapp de 256 amigos, escritores a su vez la mayoría. Y sí, algunos de esos grupos generan un caos que va del “qué hago aquí” inicial a nuevas convocatorias emotivas y emocionantes que son una risa y una alegría sin fin, y mucho mejor que la pompa copy & paste de las notas de prensa, vaya que sí.
Lo de formar parte del grupo creado por un escritor que quiere contarnos por whatsapp que ha logrado terminar su libro, corregirlo, volverlo a corregir y agendar sus presentaciones con el sudor de su frente y toda la ilusión del mundo… me ha sucedido dos veces y no es precisamente cosa de modernitos.
La primera con el madrugador Màrius Serra (1963), hace unos meses. El grupo se titulaba “Barcelona” y sigue en marcha desde una mañana de diciembre del año pasado. Ahora se llama “Quedàrius” por eso de que somos “los que nos hemos quedado” en el grupo de Màrius –acabo de revisitarlo y ¡somos 88!- y él mismo comentó entre risas, en una entrevista en la radio, que es manazas digital. Pero no, es que Màrius está en la onda, añado yo, observemos el resultado: además de acudir a sus presentaciones, y difundirlas, algunos integrantes que ni se conocían se fueron juntos de vermut o de excursión a la montaña, y no es broma.
Algo parecido me ha sucedido hace semana y media con Dolors Miquel (1960). Su grupo de whatsapp, también creado por error, se llama Poetry. Ahora mismo somos 64 y nos hemos saludado en sus presentaciones gracias a la foto de nuestros perfiles de whatsapp. Ah, un inciso: Dolors Miquel, una de las voces más reconocidas de la poesía catalana actual, mandó a ese grupo el flyer de su libro “El guant de plàstic rosa”, premio Ausiàs March 2016, y… También eso tenía su miga. Su polipresentación es la vuelta de tuerca de esta nueva tendencia que trato de explicar aquí: no sólo whatsapeaba para convocarnos, ese ingenio a ella no le basta, sino que ella solita, con empeño y gracia, meses antes había ideado una semana entera de festejos enlazados, una especie de gymkama de promoción, que es en sí una virguería: nos decía que, atentos, del 3 al 9 de abril, una semana entera, iba a estar presentando su libro de poemas –ojo, la poesía es lo menos promocionado de la creación literaria actual- con la altruista ayuda de casi veinte artistas de diferentes disciplinas. Siete presentaciones singulares de un mismo libro, alejadas por completo de toda manifestación convencional.
Y así ha sido.
El lunes asistimos a la primera, en la carnicería "Roser i Jordi" del mercado de la Abacería de Gràcia, ese mercado que no se deja reformar a la primera de cambio, como ya contó este diario hace poco. La acompañaba Jordi Baldú, anunciando que "acaba de empezar la Semana Dolors Miquel” y, antes de que Dolors recitara con un guante de plástico rosa en la mano poemas de su libro, se repartieron papeles de envolver que la carnicería utiliza para hígados, chuletas y costillas pero con versos del libro escritos con caligrafía sanguinolenta. Luego, el músico Miquel Àngel Marín tocó el clarinete tras el mostrador mientras Jordi (el carnicero) preparaba tres hamburguesas para una servidora, vivo al lado, y los asistentes iban pasando un porrón de vino. Continuó la movida de promoción de la lectura –de su libro, que para eso se ha dedicado a ello en cuerpo y alma, utilizando amistades personales y cero presupuesto- el martes con una performance bajo el Arc de Triomf con María Cabrera y Francesca Llopis; miércoles, la poeta con Josep Pedrals, Maria Sevilla y Núria Martínez-Vernis en la Casa del Libro de Paseo de Gracia; jueves en el Heliogàbal con un impagable Pau Riba que musicó un poema del libro y Jordi Busquets y Dolors Miquel protagonizaron una performance con voces, cuerdas y platos de plástico. Luego nos fuimos juntos a inaugurar un fabuloso nuevo espacio musical en el barri de Gràcia, Bar Grog, en Torrent de l'olla 134; el viernes, Albert Roig, Paula Sunyer y Arnau Puig desarrollaron una acción teatral en la Casa Orlandai; el sábado la actriz Tilda Espluga recitó poemas de Dolors Miquel en el cementerio de Montjuïc con Mar Gómez bailando sus versos; y, finalmente, el domingo a la hora del vermut, en la Plaza de Isop, Dolors Miquel contó con Alba Mascarella y Enric Casasses para reflexionar sobre el libro. Y de todo esto compartimos fotos por whatsapp los del grupo Poetry y no sé si también habrá excursiones, es pronto para decirlo.
Sé que hay más escritores así este año y no me habré enterado… Lo que sí sé es que está en el aire, todos los citados son autores que hacen caso omiso de la falta de presupuesto e imaginación para promoción y que no se rinden, que se lanzan con lo que tienen a mano y le envían al mundo, con la cara bien alta y lo mejor que pueden, que van a ilusionar a sus lectores ilusionándose ellos primero. Que han comprendido que creerse lo de que la gente no lee es una farsa parecida a la de la crisis para justificar que estemos perdiendo en dignidad, escritores que han decidido que delegar en cobardes, si se da el caso, es de cobardes. Son autores comprometidos que expresan algo que merece la pena divulgar: si crees en lo que haces, que se sepa.
Más o menos eso hace Metrópoli abierta. Así que ya sabes, si quieres formar parte del nuevo movimiento, lee y pásale el link a alguien.