Barcelona es una de las ciudades mejor valoradas por los operadores turísticos. Capital del diseño, las nuevas tecnologías y el deporte, tiene un gran poder de atracción por sus monumentos y muchos historiadores destacan la figura de Ildefons Cerdà en la transformación de la ciudad durante el siglo XIX. La reforma urbanística ideada en l'Eixample, que nació con muchas tensiones, fue unánimemente aplaudida años después por facilitar la movilidad de una urbe que vivió un gran crecimiento. En un extremo del distrito se encuentra la plaza de les Glòries, la llamada plaza de los horrores, símbolo de la incompetencia política.
La reforma de les Glòries se ha convertido en una pesadilla para sus vecinos, más resignados que indignados después de soportar cuatro cambios drásticos en 50 años. Habituados a las grúas, los ruidos y todo tipo de molestias, están hartos de los dirigentes políticos, sean del PSC, de CiU o de Barcelona en Comú, responsables del último desastre de una plaza que une las gran grandes arterias de la ciudad: Gran Via, Diagonal y Meridiana.
La decisión de Bimsa de rescindir el contrato con la Unión Temporal de Empresas (UTE) que ejecuta las obras de Glòries puede pasar factura al actual gobierno que lidera Ada Colau. Barcelona en Comú y su socio de gobierno (el PSC) sólo han encontrado la complicidad de la CUP, pero su estrategia ha indignado a las otras fuerzas políticas con representación en el Ayuntamiento.
La reforma de les Glòries se ha convertido en una pesadilla para sus vecinos, más resignados que indignados después de soportar cuatro cambios drásticos en 50 años.
La paralización de las obras tendrá un coste, aproximado, de dos millones de euros y muchos dudan de la resolución de un conflicto enquistado y bajo sospecha. El futuro contrato se licitará por 40 millones de euros, cifra que se sumará a los 43 millones invertidos ya al ejecutar el 60% de la obra prevista en 2007.
Hace 10 años, curiosamente, el concejal (PSC) Daniel Mòdol dio luz verde a la actual reforma de les Glòries. Arquitecto y urbanista, alardeó de tener la fórmula para convertir la plaza en el nuevo epicentro de Barcelona. En 2017, en plena sacudida por la enésima crisis de les Glòries, preside la Comisión de Ecología, Urbanismo y Movilidad, con el beneplácito de Ada Colau y Janet Sanz, la regidora que rompió unilateralmente con las constructoras tras fracasar en su intento de involucrar a la oposición.