El lunes, a las ocho de la tarde y aún con los pies doloridos de cruzar varias veces Barcelona para disfrutar Sant Jordi con lectores, autores y editores que habían invadido la ciudad, me calcé los tacones de nuevo para asistir a la Gala especial de entrega de los premios Sant Jordi a la cinematografía 2017 que otorga RNE en Catalunya y que van ya por la 61 edición. Los más antiguos en su género en España, y esta vez los más femeninos.
El edificio de 1900 que actualmente acoge la sede central de la empresa Estrella Damm tiene forma de castillo alemán, con ventanas enmarcadas con ladrillos rojos y, en la torre más alta nos saludaba una estrella de cinco puntas que hace referencia a los cinco elementos necesarios para fabricar la cerveza, un símbolo alquímico a juego con la alfombra roja que nos esperaba a todos nada más subir la escalinata principal. Y ahí estaba él. Justo al lado de un vistoso photocall rodeado de focos, nos recibía sin pretenderlo Santiago Segura. No, no supimos por qué pero ahí estaba, de pie casi en la puerta del plató de televisión en que se convierte la gran sala interior de la Antigua Fábrica cada año para estos premios.
Tras bajar una industrial escalera interior, tomamos asiento a toda prisa entre casi doscientos invitados, rodeados de personal y técnicos de sonrisa encantadora pero ajetreados. Estaba a punto de empezar, a las ocho y media, el rodaje del programa que se emitiría al día siguiente en La 2. Lo he visto y sí, tal cual, impecable.
Sentaditos y vestidos de fiesta, esperamos instrucciones como si nos hubieran contratado de público, sólo que el público consistía en muchos de los rutilantes premiados, la veintena larga de periodistas y críticos de los medios de comunicación de Catalunya que habían ejercido de jurado -presididos por la encantadora y veterana periodista de Ràdio 4 Conxita Casanovas- y encima Richard Gere ejercía de padrino de la ceremonia. En las primera filas, numerosas personalidades de la cultura y la sociedad catalana comentaban el buen tiempo que había hecho durante todo el fin de semana y se sacaban fotos unos a otros hasta que se hizo el silencio, alguien a nuestras espaldas dijo “¡acción!” y durante poco más de una hora pudimos comprobar que era cierto lo que se había anunciado: han sido los premios con más mujeres de la historia de estos galardones.
Esta voluntad inédita y necesaria de batir el récord empezaba de maravilla, con dos mujeres como presentadoras -las simpáticas y súper eficaces periodistas de RTVE Elena Sànchez y Sònia Urbano-, la actuación del grupo Las Migas –con ellas se inició Sílvia Pérez Cruz en su día- y el reconocimiento por segunda vez en 61 años a una mujer en la categoría de mejor película con 'La propera pell', codirigida por Isa Campo e Isaki Lacuesta. Y luego Emma Suárez, como mejor actriz por 'La propera pell' y 'Julieta', que en su breve discurso dio las gracias pero lamentó que la mayoría de periodistas y críticos de cine sigan siendo mayoritariamente hombres. Miré a mi alrededor y las mujeres del público no parecíamos minoría, no sé.
El padrino honorífico Richard Gere no estaba, ya había anunciado en los premios Continuará del viernes que se marchaba de Barcelona, pero dedicó a los premios y premiados unas palabras que proyectaron en una inmensa pantalla, y tampoco pudimos contar con la presencia de algunos galardonados extranjeros como Paul Verhoeven, como mejor película extranjera, Adan Driver como mejor actor y Amy Adams como mejor actriz, con lo bien que se está estos días en Barcelona, ellos se lo pierden.
Entre galardones, discursos breves y actuaciones de Las Migas resultó todo tan ágil que sin darnos cuenta estábamos ya en los premios Roses de Sant Jordi, elegidos por los oyentes de Ràdio 4, que este año reconocieron la película 'Julieta', de Pedro Almodóvar, y 'Carol', de Todd Haynes, e instantes después la Generalitat y RNE otorgaban el premio a la industria cultural a Televisión Española. Y fin: se levantaron todos los premiados presentes para la foto de grupo, los demás subimos escaleras hasta la terraza y ahí empezó lo otro, el cóctel, con una deliciosa temperatura y amenas charlas. Compartimos con los premiados un impecable refrigerio y nos enteramos de asuntos entretenidos como que Santiago Segura es celíaco –para él llevaba, dijo el camarero, una bandeja en alto con un surtido de hamburguesitas sin pan-, que Elena Sànchez y Sònia Urbano no se conocían antes de la gala y se habían hecho casi amigas, que era el cumpleaños de Carles González, director de Televisió Espanyola a Catalunya, que casi todas llevábamos unos tacones de infarto que apreciamos varias veces entre risas no se llevaban muy bien con la tarima de madera de la terraza, que lo que vestía Raúl Arévalo que parecía una estilosa camisa negra de cuello alto con cremallera era sólo una cazadora Harrington monísima y o que Carlos Fernández, director general de Fílmax, es la persona más amable y simpática del mundo.