Wajdi Mouawad, a quien la Guerra del Líbano obligó a exiliarse primero en Francia y después en Canadá cuando contaba tan sólo con 10 años, explica que el primer poema que memorizó tras su llegada a Francia fue uno de Joachim Du Bellay que empezaba así: ¡Feliz quien como Ulises ha hecho un largo viaje, o bien como aquel otro que conquistó el toisón, y a casa tornó luego, maduro, experto y sabio, a vivir con los suyos el resto de sus años!
Felices nosotros, sus lectores y espectadores, por saber que existe la persona, un novelista y dramaturgo, capaz de indagar en nuestra pulsión agresiva, en la naturaleza del mal, así como en el paradójico origen accidental de las fronteras y las terribles divisiones reales a las que, con tanta frecuencia, dan lugar. Un hombre consciente de que la vida es un largo viaje hasta llegar a casa. Consciente también del largo viaje que un ser humano debe realizar para asomar la cabeza por el umbral de la propia identidad. Sabemos muy poco de nosotros mismos, viene a decirnos. Indagar en nuestras vidas es abrir las compuertas del dolor. No hacerlo es instalarse en la huida y en la repetición de la tragedia. La belleza y el dolor se dan la mano.
Felices nosotros, los barceloneses, por contar con un director teatral, Oriol Broggi, que es un enamorado de la obra de Wajdi Mouawad. Gracias a él hemos podido ver la representación de buena parte de su obra: Incendis, Cels, Un obús al cor y, ahora, Boscos que, hasta el 14 de mayo, se representa en el teatro de La Perla 29, en el precioso recinto gótico de la Biblioteca de Catalunya.
Todas las obras de Wajdi Mouawad combinan un texto poderoso – auténticas y grandes novelas- con una fuerza visual igualmente asombrosa. Como en todas las anteriores ocasiones, Oriol Broggi, consigue un montaje ambicioso, manteniendo la potencia narrativa del texto con una puesta en escena visualmente muy trabajada y atractiva. Con un elenco de once actores – muchos de los cuales son poco conocidos para el gran público- fabuloso, que interpretan más de una veintena de personajes. Unos actores a los que uno querría acercarse tras la finalización de la representación para preguntarles de dónde sacan la fuerza física y psíquica para sostener las cuatro horas que dura la obra.
Si ya han ido al teatro a ver las anteriores, no les digo nada. Estoy convencido de que repetirán. Si nada saben de Wajdi Mouawad, corran, corran y disfruten (y sufran también) con esta obra que les dejará tan exhaustos como agradecidos.