Sandro Rosell i Feliu ha sido el gran fiasco del Barça en el siglo XXI por las expectativas que generó y una gestión poco transparente. Hombre bien conectado con las altas instancias del fútbol brasileño, negó formar parte de negocios ilegales que salpicaban a la CBF y ganó las elecciones de 2010 por goleada. “No us fallaré”, prometió Rosell en su primera declaración de intenciones tras ser elegido como presidente de la institución más popular de Barcelona. También se comprometió a pacificar el club. La realidad fue distinta. Mintió al socio y reabrió viejas heridas en el barcelonismo.
El mandato de Rosell como presidente del Barça estuvo marcado por su obsesión por atacar la obra de gobierno de su antecesor, Joan Laporta, y por el fichaje de Neymar, una buena operación deportiva pero económicamente tan opaca como irregular. Utilizó sus influencias en el mercado brasileño para desactivar el fichaje del crack suramericano por el Real Madrid y presumió de haber fichado a Neymar por 57 millones de euros. Ocultó comisiones y negó sobrecostes probadamente demostrados poco después de su misteriosa dimisión como máximo responsable del Barça.
Rosell está bajo sospecha por el fichaje de Neymar, pero el expresidente del Barça ha sido detenidos en su domicilio en el marco de la Operación Rimet, por participar en una trama de presunto lavado de dinero que salpica a la FIFA. En la misma operación ha sido detenido su amigo Ricardo Texeira, expresidente de la CBF, con quien Rosell estableció acuerdos empresariales antes de acceder a la presidencia del club azulgrana.
A Rosell se le vincula con una trama de comisiones ilegales y sobornos en el seno de la FIFA y la jueza Carmen Lamela ha acordado el embargo preventivo de 10 millones de euros en depósitos bancarios y de medio centenar de propiedades inmobiliarias que suman 25 millones más.
Rosell heredó el mejor Barça de la historia, un equipo que lo ganaba todo. Económicamente, cierto, había tensiones en la tesorería del club, pero él se encargó de magnificarlas y judicializar el día a día de la entidad. Tuvo la oportunidad histórica de situar al Barça en otra dimensión y no supo liderar la renovación de una plantilla maravillosa. Nunca se cortó en sus ataques a Laporta y ahora es víctima de sus miserias y malas praxis.