La Copa del Rey ha atenuado el malestar del barcelonismo, pero no puede maquillar una temporada con muchos sobresaltos, deficiente en la parcela deportiva y con muchos procesos judiciales debilitando las estructuras de la entidad y la credibilidad de la actual junta directiva. El Barça se ha reencontrado con sus peores tics (quejas arbitrales, por ejemplo) y la decadencia del equipo de fútbol es una broma comparada con la vergonzosa temporada de la sección de baloncesto. Y aquí nadie dimite.
El Barça, posiblemente el mejor club de fútbol del siglo XXI por juego y títulos, ha perdido encanto y poder de intimidación en Europa. El equipo se ha debilitado y las últimas inversiones no han podido ser más ruinosas. Los ocho fichajes de las últimas dos temporadas han costado casi 200 millones y nadie cuestiona en el Camp Nou que el Madrid tiene mejor plantilla. La clase B madridista es solvente. La del Barça, impropia de un equipo con las máximas aspiraciones.
En baloncesto, la herida sigue sin cicatrizar. Peor aún. El Barça está a años luz del Real Madrid y los grandes equipos de la Euroliga. El despido de Xavi Pascual, necesario, no ha solucionado los problemas estructurales de una sección con muchos ineptos en la toma de decisiones. La renovación de la pasada temporada no pudo hacerse peor. Ni Bartzokas es un entrenador con perfil Barça ni los fichajes pudieron ser más erráticos.
Las excusas de las lesiones y las limitaciones presupuestarias no justifican tanto despropósito. El Barça, por ejemplo, pagó un dineral por Rice y Claver, y este verano deberá cambiar muchas piezas. Nada hace presagiar un cambio de ciclo en la próxima temporada. Mientras el Madrid tiene las ideas claras, Bartomeu y los suyos necesitan soluciones milagrosas más allá del fichaje del carismático Nacho Rodríguez.
El fútbol femenino y el fútbol sala tampoco han cumplido con las expectativas, y el hockey sobre patines domina en España pero se estrelló en Europa. Sólo el balonmano merece una nota alta en un club debilitado por sus luchas internas y castigado por un sinfín de procesos judiciales. La situación actual recuerda las peores temporadas del nuñismo, aunque en los años más duros del empresario constructor triunfaba el baloncesto cuando fracasaba el fútbol. Con Bartomeu falla todo, o casi, y él más que nadie necesita que la Juventus tenga un buen día en Cardiff.