El Barça vive días convulsos en las altas esferas y la presentación de Ernesto Valverde, una persona muy cabal, no ha tenido el efecto revitalizante deseado. Con Sandro Rosell en la cárcel y Josep Maria Bartomeu en horas bajas, Joan Laporta ha regresado al foco mediático para atizar a la actual junta directiva.
Aliviado tras la última resolución judicial que cierra la acción de responsabilidad civil, Laporta ha intensificado sus ataques a Bartomeu, a quien acusa de “mentir” y no tener alma. El expresidente augura tiempos difíciles para la institución y recalca que la actual directiva merece una moción de censura.
Laporta anhela, una vez más, la presidencia del Barça. En 2003 fulminó todas las encuestas con una victoria inesperada ante Lluís Basat, que contaba con el apoyo de los poderes fácticos de Cataluña. En 2015, en cambio, fracasó ante Bartomeu, que rentabilizó el triplete para ganar las elecciones. Ahora dice que está preparado para una nueva campaña y no dudaría en iniciar, hoy mismo, un nuevo mandato para preservar los valores del mejor Barça de la historia.
Con un discurso directo y muy ácido, Laporta cuestionó, una vez más, el patrocinio de Qatar, pero esta vez lo hizo con una pregunta con mucha dinamita. “¿Qué cantidad paga Qatar y qué cantidad llega al Barça?”, apuntó el abogado barcelonés. Algunas fuentes aseguran que por el camino se han perdido algunos millones.
La paz, hoy, es imposible en un Barça que ha gastado mucho dinero en procesos judiciales, mientras ha perdido encanto en el campo. El talante discreto de Valverde es una buena noticia para la entidad, sustentada una vez más por los resultados del equipo. Cuando la pelota entra, todo es más llevadero. Cuando falla la puntería, el club se resiente demasiado para frustración de una masa social harta de tantos conflictos.