Joan Suqué Puig-Serra, nacido el 31 de agosto de 1976 es un aprendiz de político que nunca ha entrado en la catedral de Barcelona. Ya saben que este chico antisistema de la CUP pretendía transformar nuestra catedral en escuela y economato. Claro, la iniciativa saltó por los aires hace unos días. En este “espacio burgués” se celebran al cabo del año 1.700 misas, y pasan por él unos dos millones de personas. ¿Y saben..? son muchos votos para jugar al anticapitalismo. Vayamos a temas de fondo, tras esta aventurilla demagógica. Veamos primero el personaje.
Este agitador social es hoy una especie de conseller de Districte de Ciutat Vella, exhibe un currículo profesional de un cuarto de página y despliega una ignorancia y una capacidad para inacabar proyectos personales fuera de lo común. Lo más destacable que ha hecho es servir copas en un bar, como buen Cupero, entre 1995 y 2016. Ya lo ven: es una carrera de copas que no la ha hecho ni el Rey de Copas de la baraja española. En palabras suyas, Suqué ha sido activista okupa y redactor de artículos de contrainformación. En este caso, decir que Suqué ha sido “okupador de redacciones de contra-artículos desinformativos” podría ser una expresión sinónima.
Por su variedad de oficios, funciones e ideosincrasias, Joan Suqué se parece a un ornitorrinco: ponedor de huevos, venenoso, con hocico en forma de pico de pato, cola de castor y patas de nutria. El Ornithorhynchus anatinus desconcertó a los naturalistas europeos cuando se lo encontraron por primera vez en Australia, llegando a ser considerado por algunos como una elaborada falsificación: un corta-y-pega de extremidades de distintos animales sobre la piel de un conejo. A este ejemplar de la CUP solo le faltaría volar para poder presentarse a un concurso de Monstruos, S. A. Pero así es Suqué, porque jugo no le falta: yo suqué, tú sucaste, él sucó, se diría en catalán para el verbo “chupar del bote”, en su forma de pretérito.
Les voy a explicar lo que el Ornitorrinco-CUPero se imagina que hay dentro de la catedral de Barcelona. En realidad, les propongo una guía turística por el interior de nuestra iglesia metropolitana, en clave Sucosa, que en castellano significa que tiene salsa, y que además suena a Suqué, S. A. Voy a usar la clave mental de este político de la CUP cuyo currículum vitae encontrarán en internet. Aunque, colgado por el Ayuntamiento de la ciudad, más que un c.v. es un b.d., o sea un brevículum diae o breviario de días. Piensen que hablamos de una imaginación portentosa y de un talento para hacer el ridículo muy especiales. Estas características son hoy muy aptas para todo político que se precie: poner huevos, tener pico de pato y ubres de vaca. Toda la mitología griega se queda corta para describir esta hibridación. Fácil es ver la necesidad de un cerebro de mosquito, por cumplir con alguna característica de la fauna volátil y cerrar el catálogo de esfinges, cariátides y polifemos. Hartos estamos de tanto imaginario.
Entremos en la catedral mental de Suqué y recorramos los siete sacramentos que él se figura. Cada sacramento es un milagro. El Bautismo es una máquina expendedora de botellas de agua; la Confirmación serán unas cápsulas de aceite de oliva para el pan con tomate; la Confesión funcionará como unas cabinas telefónicas con “Inserte moneda”: más pecados, más cara sale la broma; la Eucaristía un banquete al estilo del Mediévolo; la Unción de enfermos, una especie de cueva terapéutica de Lourdes; el Orden sacerdotal trae cargos políticos de gratis, y prebendas; y el Matrimonio una máquina expendedora de preservativos.
Joan Suqué Puig-Serra no podrá evitar haber leído este artículo y darse cuenta, en su fuero interno, de que es un campeón del ridículo espantoso. Le quedará decir que los católicos somos franquistas, aunque no sepa que hay 1.285 millones en el mundo, y creciendo; y eso sería ya mucho franquismo. Podrá decir que lo que escribo es un atentado a la democracia, porque no es un cúmulo de errores consensuado por cuatro indocumentados. El primer día en que se reúna con su equipillo habrá un silencio inicial y todos le mirarán a él, para ver qué cara pone: si de ornitorrinco o de qué especie animal. Ya habrá recorrido muchos pasillos de color blanco llorando por los rincones y pidiendo a su abuelita lecciones de autoestima. Joan Suqué Puig-Serra no da para más. Ha propuesto expropiar un templo que pertenece a la ciudad de Barcelona desde el siglo IV después de Jesucristo: y la gente no se lo ha tragado. No interesan este tipo de políticos para la ciudad: sin currículo profesional, sin ideas propias, con proyectos permanentemente inacabados, sin futuro.
Señor Suqué: en cuanto pueda váyase, vuelva a la barra del bar. Porque, si no lo hace, otros le harán la cama y tal vez entonces sea tarde para poner más copas. Y ya sabe: Ni copa de balón, ni sombrero de copa, ni as de Copas, ni Copacabana, ni Copa del Rey, y ni siquiera un buen CUPero. A eso se le llama caer en el olvido, que en modo futuro es “caerá en el olvido”; porque el Ornithorhynchus es una especie de animal muy abstemio, y sobre todo en extinción.