El Barça es como el ave fénix. Resurge de las cenizas. Hace solo cuatro meses, el club estaba inmerso en un ciclo autodestructivo, convulso, con la plantilla despotricando del presidente y sus ejecutivos. El Real Madrid le había endosado un parcial de 5-1 en la Supercopa de España y Bartomeu hacía el ridículo en el mercado de verano y temía que prosperara la moción de censura que preparaba Benedito. Este sábado, en el mismo escenario que Asensio retrató las miserias barcelonistas, el equipo de Valverde destrozó al eterno rival y dio un golpe de efecto en la Liga.
Club ciclotímico como ninguno, el Barça vive, ahora, en una nube. El envoltorio es precioso, pero la realidad no es tan idílica. La masa salarial se ha disparado y Bartomeu busca, desesperadamente, financiación para el Espai Barça, la gran obra del siglo XXI. Igual que ocurrió en verano se filtran nombres de posibles fichajes y se habla de cifras estratosféricas por Coutinho y Griezmann.
En 2008, el Barça vivió una situación parecida. Entonces, Laporta (único presidente que ha ganado dos Champions) superó por los pelos una moción de censura y la autocomplacencia castigó al equipo que dirigía Rijkaard. En plena tormenta institucional y con Ronaldinho desaparecido, el expresidente se la jugó con Guardiola para liderar un nuevo proyecto y descartó a Mourinho, el técnico más exitoso del momento.
La apuesta, acertadísima, ha condicionado la última década. El Barça, con matices, ha seguido fiel a un modelo y el Madrid se encomendó al diablo para frenar al venerado equipo de Guardiola. Hoy, nueve años después, Valverde ha reseteado el disco duro azulgrana. El Barça ya no juega con extremos, pero mantiene intacta su voluntad de ser protagonista en cada partido. El control de la pelota no se negocia.
El equipo, como entonces, ha salvado al club. La sabiduría y discreción de Valverde son el mejor antídoto para la falta de criterio e indefinición de la junta directiva. El técnico, muy discreto en las formas, sabe rentabilizar mejor que nadie los recursos que tiene a su disposición. Entendió desde el primer día que Messi come aparte y ha conectado muy rápido con el crack argentino. Si Leo está enchufado, todo lo demás fluye por sí solo. Incluso con Bartomeu y una directiva de perfil muy bajo a los mandos del club.