Hace 130 años el poeta y dandi Oscar Wilde escribía El fantasma de Canterville. Un cuento cuya versión teatral, protagonizada por el actor Joan Pera, se puede ver estos días en el Condal de la avenida del Paral·lel. La presencia del escritor irlandés en la cartelera barcelonesa tendrá su punto álgido el próximo mes de mayo cuando la Sala Petita del TNC estrene La importància de ser Frank (bajo la dirección de David Selvas). Fíjense que el juego de palabras del título en inglés The importance of being earnest se mantiene en catalán. Mientras que en la lengua original el paralelismo se establece entre earnest (serio, formal) y Ernest (nombre del protagonista), en catalán lo hace entre Frank y franc (franco, honesto). En cambio, con la traducción española, La importancia de llamarse Ernesto, se pierde este doble sentido.
La figura de Oscar Wilde y la polémica que lo acompañó a lo largo de su vida (más, si cabe, tras su muerte) ha tenido una doble deriva catalana. O, cuanto menos, barcelonesa. Eso sí, consanguínea. Lo que no cabe duda es que, con toda probabilidad, esta relación habría hecho las delicias del agudo escritor puesto que ambas se alejan de lo convencional y tienen relación con el mundo del arte.
El Museu Picasso de Barcelona ha mostrado durante estas últimas semanas una pequeña muestra titulada Arthur Cravan. Maintenant? Un homenaje a este precursor del dadaísmo (y boxeador) cuyo verdadero nombre era Fabian Averanius Lloyd, sobrino de Wilde. Su osadía le llevó a enfrentarse al temido púgil Jack Johnson en la plaza de toros Monumental el día de Sant Jordi del año 1916. Pero, sorpréndase aún más, porque las casualidades no existen. El hermano de Cravan, Otho Lloyd, se casaría con la pintora georgiana Olga Sacharoff, a quien el Museu d’Art de Girona le dedica la exposición más completa con motivo de los 50 años de su muerte. El matrimonio se estableció en Barcelona (en concreto, en el Putget), tras haberse conocido en París. Aquí congeniarían con el escultor Enric Monjo, el compositor Frederic Mompou o el poeta Carles Riba, entre otros.
Sin relación con Barcelona, pero a la altura de estos dos ilustres descendientes del autor, encontramos a su sobrina Dolly Wilde (única hija del hermano y, curiosamente, una desenfadada lesbiana que llegó a conquistar a la heredera de la Stardard Oil o a la escritora Natalie Barney). En cualquier caso, los tres fueron dignos epígonos del tío Oscar. Parecería incluso que pensaba en ellos al sentenciar: “Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo”.