No es ninguna novedad que la sociedad actual esté sobreestimulada o, si me lo permiten, ultraestimulada. Una de las consecuencias directas de esta práctica social es la incapacidad material de poder pensar. No hay tiempo para la reflexión, para la meditación, ni para todos aquellos parámetros que impliquen pensar o aprender a pensar. De hecho, hay ciertos sectores sociales a los que ya les va bien que gran parte de nuestra sociedad viva de esta manera. Solo debemos calibrar la cantidad de mierda que nos tragamos cada día y como si nada. No tenemos tiempo para replantearnos nada, porque estar en modo de super estimulación agota cualquier posibilidad de reacción. No hay energía para el pensamiento, ni tan siquiera para plantearnos un verdadero análisis de nuestra situación porque estamos atrapados en ese campo de adicción mental. Somos adictos a la información, y la adicción es tan descomunal que nos hace fundamentalistas en este modelo de vida. Una de las primeras fórmulas para combatir lo que nos pasa, es precisamente darnos cuenta de los que nos pasa, y darle tiempo a la observación para decidir si lo que hacemos nos conviene o no.
Estar conectado con la realidad nos hace sentir bien, conocer de todo y de todos, pero, en esencia, toda la estructura está basada en un profundísimo error: Basamos nuestra psicología de fuera hacia adentro, sin filtros ni escurridores, y claro, es tal la basura que hemos metido en nuestra psique que ya no queda espacio para la conciencia libre. Los efectos de tal “barbarie” los vemos diariamente en los medios de comunicación: violencia extrema, egos descontrolados, adicciones de toda índole y condición, es decir, estamos expuestos a todo aquello que nos venga subliminalmente expuesto por los que gobiernan la sociedad y en especial, los medios de comunicación.
Me gustaría plantear dos cosas muy sencillas, solo dos fórmulas que quizás nos ayuden a encontrar un poco de paz interior y equilibrio emocional. La primera de ellas la denomino cambio de orientación, y no es más que basar nuestra psicología de dentro hacia afuera. Hay un dicho que dice “conócete a ti mismo y conocerás el universo”. En realidad lo que se nos dice es simple y llanamente estar en armonía con nuestras facultades, un manifiesto control emocional que rebaje sustancialmente el dolor y el sufrimiento que nos conduce a un continuo nivel de estrés y caos, y en su derivada más pragmática, a la enfermedad y a la muerte. Las herramientas principales para promover esa transposición personal son la meditación y el agradecimiento. Con el ejercicio de ambas encontraremos un estado de calma y armonía que nos permitirá novar nuestro estado de conciencia. Nos hará más sensibles, equilibrados, observadores y reflexivos, nos permitirá detectar muchas cosas, preveer otras tantas y apartarnos de aquello que no nos conviene. En definitiva, nos acercará al campo de la compasión, el estado más ordenado del ser con el que te conectaras contigo y con el universo.
La segunda es no juzgar, toda opinión o hecho que no sea una experiencia vivida debe ser, cuanto menos, contrastado. Es dificilísimo este ejercicio, por cuanto existe una dosis elevadísima de pereza mental, y nuestros agregados psicológicos van hacer lo imposible para evitar que salgas de este estado de confusión permanente en el que te encuentras. A mayor pereza mayor capacidad de ser manipulado. El camino fácil solo conduce al matadero. No opines de aquello que no sabes, no va a pasar nada, aunque tus impulsos te conduzcan a opinar, date 3 segundos para reflexionar y piensa!!. Y finalmente, siempre que os venga alguien a quejaros, a deciros una crítica o pretendan juzgar negativamente un hecho o situación, simplemente no aceptéis ninguna crítica que no venga acompañada de una solución. Simplemente no la aceptéis, y promoved la crítica constructiva, la que implica un verdadero ejercicio del pensamiento previo. La queja por la queja es, en sí misma, el origen de la involución