El apoyo de Esquerra Republicana a la moción de censura del socialista Pedro Sánchez al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha abierto las puertas a una nueva etapa política. En España, sí, pero es de suponer que en Catalunya también. Y, claro está, en Barcelona.
Muchos militantes destacados de ERC recriminan a su grupo municipal en el ayuntamiento de Barcelona que no se incorporaran al gobierno presidido por Ada Colau. Ello obligó a la alcaldesa a suscribir un pacto de gobierno con el PSC que, sorprendentemente, fue efímero. El sector independentista de los comunes apeó a los cuatro concejales socialistas del gobierno municipal con el argumento de que daban apoyo a la aplicación del artículo 155 de la Constitución tras la proclamación de la República por parte del gobierno catalán. Pero ni en ese momento se animaron Alfred Bosch y los suyos a asumir las funciones de gobierno que Colau habría estado encantada de ofrecerles.
La decisión de ERC de apoyar la moción de Sánchez arrastró a los diputados del PDeCAT a sumarse a ese carro, ante la nada entusiasta actitud de Carles Puigdemont y su tropa de ‘Junts per Catalunya’. Parecería, pues, llegado el momento de que los concejales de Colau, Bosch y el socialista Jaume Collboni pactaran un gobierno tripartito progresista que sintonizara con la música que a partir de ahora llegará desde Madrid. ¿Lo harán? Si se animaran sumarían 20 de los 41 concejales que tiene el consistorio, a un paso de la mayoría absoluta y con unas opciones de gobierno tranquilo de la ciudad de las que no ha gozado ‘Barcelona en comú’ en todo su mandato.
Dicen algunos que el acuerdo alcanzado para aupar a Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno español facilitará que el diálogo entorno a la cuestión independentista catalana sea más relajado y, más aún, que, por fin, las cuestiones sociales reaparezcan en el debate político catalán.
Otros recuerdan que cuando se acercan elecciones los partidos prefieren marcar lo que les separa que lo que les acerca, que son malos tiempos para la concordia y el guante blanco.
Ada Colau llegó a la alcaldía subida en el ‘run run’ de la rumba de Iván Lagarto. El nuevo ‘run run’ que llega de Madrid suena a música de izquierdas. La alcaldesa haría bien en proponer a ERC y PSC que interpreten ese sonido como lo han hecho sus colegas del Congreso de los Diputados.
A Jaume Asens y a alguno más no les hará mucha gracia. Pero ya se sabe que nunca se puede tener contento a todo el mundo. Y algún día habría que poner Barcelona por delante de otros intereses sectarios.