No creo que Ada Colau vaya a perder muchos votos por los peculiares pesebres que instala en la plaza de Sant Jaume cada año. Cierto es que en las redes sociales abundan estos días mensajes en los que fían la recuperación de los pesebres clásicos al abandono de la alcaldesa del primer cargo municipal en las próximas elecciones. Pero intuyo que estos mensajes los han lanzado personas que no optaron por ella en las elecciones que la llevaron a la alcaldía.
La palabra ‘pesebre’ hace referencia al cuenco o recipiente donde comen los animales y, por extensión, se llama así también al lugar donde comen los animales. De hecho, el primer pesebre navideño del que se tiene constancia lo montó San Francisco de Asís en la Nochebuena de 1223 en la población italiana de Greccio y sólo contaba con animales. Sus seguidores, los franciscanos, usaron el pesebre como elemento de evangelización y añadieron las figuras humanas, niño Jesús incluido, con las estábamos habituados hasta que llegaron los comunes al ayuntamiento.
Ni Pasqual Maragall, que era un rompedor nato, se atrevió a tanto. El pesebre de este año da un salto más en la ruptura con la tradición clásica del portal con el niño en la cuna, José y María pendientes de él, el buey y la mula apaciblemente aposentados a su lado, los reyes aproximándose en sus camellos y con sus pajes, un ángel confirmando la deidad del recién nacido. Además de los preceptivos patitos, cerditos y ovejas o pastorcitos, los catalanes y algunos aragoneses introducen el personaje del caganer (cagón), que hizo su aparición a finales del siglo XVII de la mano de un Barroco que se caracterizaba por un realismo radical.
Los ciudadanos que se pasean por la plaza de Sant Jaume quedan sorprendidos ante la mesa que ha instalado el artista Sebastià Brossa. No hay ni niño Jesús ni caganer. Nadie. Sólo sillas de diversos tamaños y los nombres de los protagonistas del nacimiento ante una mesa con candelabros y nidos sobre los platos. Imposible cantar villancicos ante ese pesebre, belén o lo que sea.
El arzobispado se ha mostrado prudente, ha emitido un comunicado en el que respeta las opiniones de cada cual sobre esa ‘revisión del pesebre’ y anima a visitar el que se ha instalado en el claustro de la catedral. “A 200 metros de la plaza de Sant Jaume”, especifica el arzobispo.
No estaría de más que los candidatos a las elecciones del mes de mayo nos advirtieran de qué pesebre tienen en mente para la navidad del año que viene.
Para irnos preparando para lo que pueda venir.