Un anuncio de cerveza nos proponía hace unos años “para continuar, para”. Yo lo reversiono en clave de política municipal: “Para avanzar, para”. Es lo que ha pasado esta legislatura, que la ciudad se ha parado. Pero eso no quita que ahora pueda volver a avanzar. Es de hecho perentorio, especialmente después de ver que quien ha parado la ciudad ha sido en gran parte un gobierno municipal que prometía un reimpulso.
Lo de Ada Colau y su gobierno municipal no ha sido la plaga bíblica que nos decían algunos. No ha levantado barricadas por doquier, pero sí se ha dado un aire a ese periodo del día (“El mediodía”, se titulaba el anuncio) en el que los afortunados pueden dedicar un rato a “parar” para coger impulso. Barcelona tiene suerte, porque es una ciudad como pocas, pero la buena fortuna no debe desafiarse demasiado. No ha habido un cataclismo, pero sí un parón que han notado muchos sectores de la ciudad, especialmente el económico, que nos repercute a todos.
La hoja de servicios que el gobierno de “los comunes” presentará en las elecciones será más bien pobre, no en cambio como freno de proyectos, desarrollo y opciones que durante estos 4 años preciosos han podido impulsar otras ciudades vecinas, por ejemplo, de la mano de una avispada Núria Marín como alcaldesa de L’Hospitalet.
En muchas ocasiones, el prejuicio del Ayuntamiento o un cálculo partidista (no tanto ideológico) han frenado proyectos como el de las Glòries, con la de tiempo y millones que ahí hemos perdido todos. En otros casos, como lo que está pasando con el Macba i el espacio para el CAP Raval Nord, el equipo de gobierno municipal se ha retractado de compromisos adquiridos, creando fuegos donde no los había y frenando el buen ritmo de instituciones que funcionan, por ejemplo a nivel cultural. Un parón, en general, que sólo la perspectiva de un avanzar a partir de mayo podría justificar.