Los años 90 marcaron un antes y un después en la ciudad de Barcelona. La celebración de los Juegos Olímpicos impulsó la modernización de la metrópoli, especialmente en barrios como Poblenou, donde hasta el momento pocos habían fijado la mirada. Entre esos pocos locos había algunos artistas que, atraídos por el encanto industrial del Manchester catalán, instalaron sus estudios de diseño, fotografía, arquitectura e ilustración en la antigua fábrica La Curtidora Catalana, dinamizando el entorno. 30 años después, el futuro de este recinto, convertido en el referente creativo de la ciudad, pende de un hilo.

Palo Alto Barcelona –el único espacio industrial de Poblenou que mantiene su estructura original– ha sido el origen de grandes proyectos culturales que han protagonizado la vida creativa de la ciudad y, todavía hoy, gestionado por la Fundación Palo Alto, sigue siendo un adalid de la Barcelona más despierta.

Artistas y creativos como Xavier Medina-Campeny, Xavier Mariscal, Fernando Salas, Josep Mª Morera o Mario Sans, responsables del resurgir de la fábrica, han dado paso al talento de nuevas generaciones de arquitectos, fotógrafos, diseñadores y demás creativos.

No obstante, las condiciones del concurso público establecidas por el Ayuntamiento para seleccionar al nuevo gestor ceden solo el 30% del recinto a proyectos tractores y un 15% a proyectos incubadora (el 55% restante pasará a ser del consistorio, que no tienen ningún proyecto anunciado para su uso), lo que pone en peligro la continuidad del proyecto de recuperación del espacio iniciado a finales de los años 80.

Desde la entidad estamos plenamente a favor de integrar al consistorio y a las entidades del entorno Diagonal Mar y Front Marítim del Poblenou (como la Escuela de Hostelería ESHOB y distintas asociaciones) en el futuro de Palo Alto Barcelona, pues asumimos la necesidad de abrir más al barrio un centro creativo que también debe nutrirse del talento más cercano; sin embargo, consideramos de difícil gestión que la distribución de las responsabilidades no sea equitativa y que debamos hacer frente a un proyecto tan relevante para la ciudad con solo un 30% del recinto.

A lo largo de estas tres décadas, hemos invertido más de 4 millones de euros en el espacio, que ha sido rehabilitado y convertido en un pulmón verde para Poblenou; hemos crecido y acogido a más de 40 microempresas vinculadas a la creatividad (de las que hoy permanecen 33) con más de 440 personas trabajando en el recinto (325 en la actualidad) y, sobre todo, hemos creado un entorno único que no existe en ningún otro lugar.

Tras esta larga andadura, seguimos creyendo en el poder transformador de la cultura y mantenemos nuestro compromiso con el barrio y el recinto por el que apostamos hace ya tres décadas. Palo Alto Barcelona no es el proyecto de varios profesionales, es la cuna y el futuro de la Barcelona creativa.

Nuestra reflexión es: ¿Barcelona puede permitirse perder este referente del entorno del diseño?