La misma semana que ha sonado con fuerza la opción de Ada Colau como posible ministra de Vivienda en un gobierno de coalición de Podemos con el PSOE de Pedro Sánchez, un servidor preguntaba a algunos prohombres de Junts per Catalunya sobre la opción propuesta por ERC de un futuro gobierno de coalición municipal en Barcelona con los republicanos, los Comuns y JxCAT. Los de Quim Forn y Elsa Artadi me tardaron en descartar la opción casi tan poco (es decir, nada) como Colau rechazó el rumor sobre su futuro ministerial. Normal.
En el caso de Colau, parece bastante evidente que su ministrabilidad se ha puesto encima de la mesa en los medios para venir a decir que su reelección como alcaldesa pinta negra. Simplemente, por mucho que puediera desear el cargo, ahora estaba obligada a negarlo, por una cuestión elemental de supervivencia política como candidata. Ahora no puede decir otra cosa que ‘no’ a nada que no sea su candidatura municipal.
Y algo muy parecido pasa con JxCAT. Parece bastante claro que, si pueden sumar, tanto ERC como PSC sumarán con Colau, sea en el orden que sea, según queden por delante unas u otras siglas. En este sentido, de las opciones soberanistas o catalanistas que concurren a las elecciones, solo JxCAT se plantearía a día de hoy como una alternativa total al ‘colauismo’. Y en este sentido, una buena manera de difuminar este posible valor añadido de los postconvergentes es apuntarlos también como posibles socios de los Comuns. Pero igual que Colau con lo suyo del ministerio, los de JxCAT no han tardado en reaccionar y no dan opción a dudas: si ERC quiere formar parte de un gobierno municipal de coalición, será con ellos o con Colau, no juntos.
Curiosamente, de quien nadie habla de posibles pactos, pero que al final podría estar en cualquiera de ellos, es de Jaume Collboni y del PSC de Barcelona. Y digo curiosamente porque, con Comuns o sin ellos, con ERC o sin ellos, o con JxCAT o sin ellos, los socialistas participarán en el próximo gobierno municipal casi seguro, si este es de coalición como pinta inevitable con la fragmentación política del próximo consistorio. Paradójico (o no tanto).