La infraestructura es la base de la competitividad económica. Se precisan redes de transporte, suministro eléctrico, agua, gas y telecomunicaciones.
Es obvio que Barcelona dispone de todos estos servicios, pero también soporta precios elevados y proyectos atascados desde hace años o que se abordan con considerable retraso. Hay un amplio margen de mejora y actuación.
Uno de los puntos realmente débiles de la infraestructura de la ciudad es, sin duda, la conexión ferroviaria del puerto. La localización en la misma área del polígono de la Zona Franca, el Puerto y el Aeropuerto es idónea para desarrollar en Barcelona un potente hub logístico. El actual culo de botella bloquea la actividad del puerto en mercancías y nos impide competir con los puertos del norte de Europa como Róterdam.
En el campo ferroviario también es obvio que se precisa desarrollar el corredor del Mediterráneo, tanto hacia el sur como hacia el norte, hacia Valencia, y hacia Europa, con una infraestructura muy obsoleta en el sur de Francia. Debe finalizarse la línea 9 del metro y la conexión con ferrocarril de la terminal 1 del Aeropuerto que permita un rápido acceso desde el mismo al centro de la ciudad.
La red de cercanías también requiere importantes mejoras de calidad. El funcionamiento de la red de autobuses suburbanos debe optimizarse y ambos servicios deben estar bien sincronizados y no solaparse.
La movilidad interior tiene también planteados grandes retos, con la aparición de nuevos artilugios como patinetes y similares, las bicicletas eléctricas, las VTC, el tranvía, etc. que requieren un plan estratégico y un debate importante y que no vaya en contra de la innovación y la mejora del servicio al usuario.
Por ejemplo, con relación al tranvía, creo que hay soluciones, igual de ecológicas e infinitamente más económicas de desplegar y operar como son los autobuses eléctricos a través de carriles de uso exclusivo.
La calidad de vida depende en gran medida de la calidad del aire que respiramos. A lo largo del año, en periodos anticiclónicos especialmente en invierno, la polución aumenta considerablemente debido al uso de combustibles fósiles en transporte y calefacción. La ciudad debe tener un plan de evolución del actual al nuevo modelo y que no perjudique a los ciudadanos, especialmente a los que disponen de menos recursos económicos. Debe afrontarse una transformación, seguramente radical, del modelo energético y de transporte, aplicando nuevas tecnologías. Las fuentes de energía que utilizamos en la Ciudad tienen un fuerte impacto medioambiental. Somos una isla de calor. Toda la energía que consume el planeta es aproximadamente un 5% de la que recibe del sol. Allí está nuestra energía.
El despliegue de soluciones de “Smart Cities”, con multitud de sensores distribuidos por la ciudad capturando una enorme cantidad de datos en tiempo real y la utilización de soluciones de análisis de datos. (big data e inteligencia artificial) permitirá increíbles mejoras en la gestión de la ciudad. La ciudad funcionará mucho mejor. Es el concepto de Data Driven Cities, ciudades gestionadas por los datos. Se captura la información en tiempo real en el lugar donde se produce se transmite al centro de proceso de datos, el cerebro de la ciudad donde se analiza y se toman las decisiones oportunas y se transmite las instrucciones necesarias al elemento que debe ejecutarlas. Por cierto, he estado visitando la plataforma de sensores y actuadores de Barcelona Sentilo BCN ( http://connecta.bcn.cat) y mi impresión es que funciona a trancas y barrancas.
Barcelona, gracias al congreso de comunicaciones móviles, está en una posición ventajosa para ser un referente en este campo, debe liderar el despliegue de la red de comunicaciones móviles de quinta generación, que es una revolución en el sector, es mucho más que la evolución de la generación precedente.
Pero necesitamos un Ayuntamiento alineado con este planteamiento, no una administración fóbica con la tecnología y que por deformación ideológica considera la tecnología como una cosa de ricos y no un claro generador de riqueza.
Los gobiernos locales deben involucrase, brindar apoyo político, e incentivar el uso y despliegue de las redes de telecomunicaciones de última generación asumiendo que es un camino hacia la prosperidad y una mayor participación ciudadana. No pueden pensar que con Internet solo se trata de descargar música o de jugar en línea. Por ejemplo, Barcelona envejece, sobre las infraestructuras digitales se desplegarán soluciones de salud (e-health) que ayudarán a mantener la calidad de vida y aumentar la autonomía de muchas personas de edad avanzada.
Una comunidad inteligente tiene que facilitar a sus ciudadanos y a sus empresas las infraestructuras que precisan a precios competitivos. Y con competitivos me refiero a competitivos a nivel mundial. Porque las ciudades compiten entre sí, si cabe, más que los países. El futuro está mas en las ciudades que en los países.
El alcalde de Barcelona será más importante, si no lo es ya, que el presidente de la Generalitat.