"Sólo quería ver tu cara". Así se lo suelta Claire Underwood a su enemiga en la última temporada de House of Cards cuando le presenta a su nuevo gabinete compuesto exclusivamente por mujeres. Acto seguido, la presidenta de los EEUU, embarazada, le cierra la puerta en los morros a Diane Lane. Por supuesto que la mala de Underwood no lo hace por principios o valores feministas, sólo como otra más de sus estratagemas perversas, pero esa escena convertida ya en Gif es reconstructiva en días complicados...
Esa visualización, la de que la mujer puede gobernar el mundo, la experimenté de nuevo ayer en el Parlament de Catalunya. Y lo más mágico, es que no se me hizo extraña, sino muy real. En la sala de grupos sólo habían mujeres escuchando a las mujeres que estaban en el pleno. Y en el pleno, sólo las mujeres tomaron la voz para hablar de los problemas y dificultades que nos afectan sólo a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Como mujer, piel de gallina. Porque no es que tenga nada en contra de los hombres (me he criado con tres hermanos mayores a los que adoro y reconozco que soy un poco tío en muchos aspectos); pero es que es muy jodido sobrevivir en un mundo creado sólo para hombres blancos heterosexuales.
De hecho, ayer mismo fue un día en que todas mis amigas tuvieron algún caso de presión por el hecho de ser mujer. La madre de una amiga, en vez de darle apoyo en un momento tan delicado, haciéndola sentir culpable (aunque fuera inconscientemente) porque se separaba. Otra de las mujeres que más admiro como profesional, ofuscada porque un cavernícola empleó su "poder" en un tribunal académico para humillarla por su lucha en favor del feminismo. Con un mojito ahogamos la pena de que a una colega no le ascendieran porque en asesoría política, como en tantos otros campos, los hombres tienen ventajas (escribo ventajas, no "mayores capacidades o virtudes").