¡Vaya por Dios! A Toni Albà no le cae bien la pregonera de las fiestas de la Mercè de este año. Le da igual que Manuela Carmena sea una señora progresista y de izquierdas, superviviente por pura chamba de los asesinatos de los abogados laboralistas de Atocha y una alcaldesa más estimulante para Madrid de lo que Ada Colau lo está siendo para Barcelona. Parece que la buena señora dijo algo no muy positivo sobre la charlotada del 1 de octubre y con eso basta y sobra para incluirla en la lista de enemigos de Cataluña. Supongo que el payaso oficial del régimen ya debió arrugar el entrecejo cuando el pregonero fue Javier Pérez Andújar, ese charnego desacomplejado que ya podría aprender algo del difunto Paco Candel. E intuyo que también se puso como las cabras, en su momento, cuando el pregón le cayó a Elvira Lindo. Toni siempre está dispuesto a indignarse por la patria, lo cual le permite disfrazar sus bolos de actos de protesta y reivindicación: el taradito patriótico ya tiene el contrapregón en marcha para alegría de sus seguidores.
Me pasa un poco con la Mercè lo mismo que con las demás fiestas mayores: se me antojan celebraciones pueblerinas que no deberían tener cabida en una gran ciudad o en cualquier ciudad con aspiraciones de serlo, como Barcelona. Al igual que con las fiestas de Gràcia, uno no sabe qué le da más grima, si las celebraciones oficiales o las alternativas. En el caso de la Mercè, eso sí, uno tiene las cosas algo más claras que con la pugna anual entre yayas y antifascistas de pegolete: mejor un pregón contemporizador, solidario, bienintencionado, halagador y trufado de mentiras piadosas la ex alcaldesa de Madrid que una nueva exhibición de mala baba y estupidez a cargo de un tipo que debería estar internado en un frenopático por su propio bien y el de la sociedad que lo tolera.
La Mercè debería ser un trámite más, una concesión al populismo y, ¿para qué negarlo?, una incoherencia más, ya que un ayuntamiento de izquierdas debería poner objeciones a que la patrona de la ciudad fuese una santa, cosa que emite un tufo a catolicismo que los comunes deberían denunciar, pero que, como su amigo Pablo Iglesias es el único republicano capaz de pedirle al rey que interceda en sus cosas, ellos también pueden postrarse a los pies de la santa y hasta pedirle que llueva de manera sostenible y esquivando a los manteros, si es factible el milagrito.
Pero el prusés todo lo ensucia, convirtiendo una celebración anacrónica en una nueva oportunidad para molestar. Y cuando hay que molestar a los enemigos de Cataluña, ahí está siempre Toni Albà, sobre todo desde que lo botaron de TV3, donde parece que también está lleno de enemigos de Cataluña. En fin, viva la Mercè. Y que Toni Albà haga el ganso sin tasa, que para algo ha venido a este mundo; concretamente, a soltar espumarajos, fruto de una mezcla perfecta de estupidez y mala fe, contra unos enemigos de Cataluña que solo existen en su mente seriamente dañada.