Ada Colau tiene un problema con la inseguridad. Un problema que le atormenta. Que la desacredita como alcaldesa de Barcelona. La última encuesta de victimización no puede ser más cruel con la primera edil: Barcelona sufre el mayor índice de delitos de los últimos 35 años.
Las cifras no engañan. Al contrario. Son elocuentes. Y Colau, quien un día prometió transparencia, debe estar tan avergonzada que las ha publicado, casi a escondidas, en la web municipal, sin anuncio previo ni convocando a los medios de comunicación. En plena convulsión por la sentencia del procés, aparecieron los datos que sonrojan a la alcaldesa y destrozan su (mala) gestión.
A Colau no le interesa hablar del grave problema de seguridad que padece Barcelona. Uno de cada tres barceloneses sufrió algún delito en 2018. La percepción de que la ciudad es insegura se disparó hace un año. En los primeros meses de 2019, las cifras todavía son peores. El Ministerio del Interior registró 100.000 delitos entre el 1 de enero y el 30 de junio en la capital catalana.
Colau calla porque no tiene argumentos. Sus silencios nunca son gratuitos. Hace dos años, 144 nichos del Cementerio de Montjuïc se derrumbaron y los afectados todavía esperan algún gesto o palabra de su alcaldesa. Ni un tuit escribió la máxima representante de Barcelona.
Hace menos de un año, Metrópoli Abierta ya destapó que la inseguridad era el gran problema de Barcelona, sensación confirmada en el último barómetro del Ayuntamiento. Colau, sin embargo, niega la evidencia y solo admite que “Barcelona tiene un problema puntual”.
La proliferación de narcopisos en el Raval y su permisividad con los manteros le pasaron factura en las últimas elecciones. Los barceloneses castigaron a Colau, que salvó la alcaldía gracias a un pacto con el PSC que ella rechazó en las semanas previas. Entonces cedió la gestión de la seguridad a Albert Batlle, quien sí tiene un plan pero no la complicidad de la alcaldesa. Ella, como siempre, se mueve en la ambigüedad y ha aprovechado la sentencia del procés para tapar sus miserias.