Sostenía Pedro Navaja que la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay, Dios. El Ayuntamiento de Barcelona, añado yo, también te da sorpresas, pero suelen ser desagradables. Uno ya lee la prensa cada mañana esperando toparse con alguna nueva y siniestra ocurrencia de la administración Colau. Por ejemplo, la reconversión del MACBA en el CAP más grande de Cataluña, o la de la comisaría de Vía Layetana en un centro de memoria histórica- una bendita amnesia es lo que necesita esta ciudad- o en la delegación barcelonesa del Museo de Figuras de Cera de Madame Tussaud. Por eso, cuando una iniciativa municipal suena razonable, uno se pone a aplaudir con las orejas, como pretende reflejar este artículo.
Los planes para el Port Vell pintan tan bien que me cuesta creer que hayan salido de los cerebros privilegiados de los comunes. Lo de la noria navideña y su zona de esparcimiento ya me pareció impropio del colauismo: derroche de electricidad, demasiada gente divirtiéndose sin pensar en el hambre que hay en el mundo, consumo desmesurado de comistrajos poco o nada sostenibles…Pero ahí sigue la noria, y la gente, y los comistrajos, y una iniciativa más propia de partidos burgueses (o sea, constitucionales) que de amigos del pueblo llano como Ada y los suyos. Y ahora se nos anuncia una zona de ocio y negocio en el Port Vell que podría haber salido hasta de las mientes de Enrique Lacalle.
¿Qué está pasando en Adalandia? ¿Se habrán dado cuenta por fin de que en una ciudad como Dios manda no todo pueden ser CAP descomunales y centros dedicados a la memoria histórica o a la cultura de la paz (que solo da para un museo lleno de palomas revoloteando y cagándose encima de los visitantes)? Hasta la delegación del Hermitage parece haber pasado censura e igual tenemos el edificio de Toyo Ito para el 2022 o el 2023. ¿No habría sido mejor reconstruir unas cuantas trincheras de la batalla del Ebro para que nunca olvidemos que aquí hubo una guerra civil? ¿Qué es eso de planificar de cara al futuro? Eso es lo menos español, lo menos catalán y lo menos progresista que existe, prueba de ello es que se alegra de las novedades gente como yo.
No sé si los comunes habrán recibido presiones de empresarios, mercachifles, aficionados al arte, cosmopolitas varios y demás gentuza reaccionaria, pero ese Port Vell que se anuncia no parece un proyecto de la banda Colau. A no ser que haya una intención oculta y se pretenda, tras dejar pasar el tiempo, convertir los edificios de oficinas en residencias para okupas y el Hermitage en la mayor narco-sala de Europa, que también podría ser. Como también podría ser, por mucho que nos cueste imaginarlo, que en el ayuntamiento hayan empezado a ver la realidad de otra manera, que ya iría siendo hora.