Finaliza el 2019 y diferentes imágenes en resúmenes informativos nos explican el momento que vive nuestro planeta. Impactos negativos que ilustran la actualidad del mundo en cuestión de minutos.
Conflictos políticos y religiosos que se reparten por muchos países de nuestro mundo. La lucha por la defensa de los derechos humanos y el compromiso por la erradicación de la violencia de género, una lacra social que nos sigue persiguiendo en pleno siglo XXI.
La imagen de un planeta enfermo, en situación de emergencia climática inminente, sin una hoja de ruta clara por parte de algunos de los países más industrializados del mundo. El cambio que estamos viviendo con la plena incorporación de las nuevas tecnologías en nuestra vida social y laboral, hecho que nos convierte en una sociedad más global e hiperconectada.
O el reto de poder vivir en grandes ciudades o municipios, donde la escasez de vivienda asequible y la inseguridad ciudadana son los problemas que más preocupan a sus ciudadanos.
Y un dato: el 28% de la población de España está en riesgo de pobreza, tasa solo superada en la UE por Bulgaria, Rumanía, Grecia, Lituania, Croacia y Letonia. Datos que tanto la OCDE como la Comisión Europea alertan de la necesidad de proteger a los más vulnerables y establecer nuevos mecanismos para redistribuir la riqueza.
A todo eso, podemos añadirle que las expectativas económicas para el próximo año no son del todo optimistas. Se confirma una desaceleración de la economía española y de la zona euro a causa también de la marcha lenta que lleva el motor alemán de Merkel.
Pero hay motivos para ser optimista. Seguro que también existen las buenas noticias, aunque no se expliquen demasiado. Hay mucha gente con ganas de cambiar las cosas. De transformar el mundo en positivo. De construirlo a través de una corresponsabilidad, de una responsabilidad compartida.
Siempre en estas épocas todos nos deseamos un feliz año nuevo. Este año también nos tenemos que marcar un nuevo propósito: que haya más responsabilidad entre todos. Un compromiso social para la próxima década y que todos deberíamos adquirir en aras de un futuro próspero y con garantías de progreso para todos.
La actualidad de estos días nos obliga a escuchas preguntar o planteamientos como ¿qué hubiera ocurrido si la política nunca se hubiera canalizado por la vía judicial?
¿Qué pasaría si los gobiernos trabajaran más por el bien común y no simplemente por meros intereses electorales?
¿Nos merecemos mejores líderes que tenemos para encarar los cambios de una nueva era?
¿Cómo sería nuestra sociedad con empresas socialmente más responsables y más sensibles al momento que vivimos? ¿Por ejemplo, en lo que afecta al cambio climático como primera prioridad? ¿Podemos mejorar nuestra gestión diaria sin una dependencia tan estricta de las nuevas tecnologías y las redes sociales?¿Hemos ganado en calidad de vida y bienestar en el último decenio? Preguntas sencillas con respuestas que generan mucho debate en los medios de comunicación. Pero, al fin y al cabo, todo concluye si asumimos entre todos nuestra parte de responsabilidad.
Barcelona también necesita de esta actitud. Sector público y privado deben conjurarse para relanzar proyectos de ciudad el próximo año. Hay que volar alto, teniendo en cuenta nuestras potencialidades: calidad de vida, bienestar, talento, innovación, una ciudad bien urbanizada y una apuesta por la economía diversificada. Sólo nos falta pisar el acelerador, empujar todos juntos y dejarnos de mirar de reojo.
La corresponsabilidad nos hace a todos más fuertes, eficaces y generosos con nuestros colegas y amigos. Todos estaríamos más orgullosos de nuestro mundo. Porque nuestro futuro está en juego. Y el de nuestros hijos, mucho más.
Feliz Año a todos!