Hace pocos días la alcaldesa Ada Colau y su equipo de gobierno presentaron en el pleno del Ayuntamiento su medida de transformación urbana con la que pretende moldear los hábitos de movilidad de los barceloneses en mitad del estado de alarma. Para que cuando nos levanten la barrera a todos, nos demos de bruces con una nueva realidad establecida a la sombra del confinamiento.
Una distopía a la que denominan Una nueva movilidad sostenible en un nuevo espacio público. O sea, lo que todos entendemos por una nueva oportunidad para imponer su modelo de ciudad, dejando a los coches al albur de un nuevo mañana.
Dicen que se ha reducido la movilidad en todos los medios de transporte, ¿qué esperaban? En confinamiento, sin colegios, teletrabajando, con distanciamiento social, establecimientos y comercios cerrados, etc… Y también aseguran que, ohh… sorpresa… ¡En el reparto modal los desplazamientos en vehículo privado han aumentado de un 26% a un 34,4%! Normal, está claro y así me lo expresa con todo el que hablo del asunto, que existe una percepción de mayor seguridad sanitaria cuando realizan sus desplazamientos en su vehículo privado.
Parece que el Ayuntamiento quiera aprovechar la situación para crear una supermanzana de facto en el Eixample. Introduciendo una pacificación de calles y reducción de carriles de circulación para implementar más carriles bici, en calles con una alta densidad de circulación y vías preferentes como las calles Valencia, Gran Via o Diagonal. Todo esto, sin consensuar ni consultar con ninguno de los agentes implicados (económicos, comerciales, turísticos...), ni con el resto de grupos de la oposición y, lo peor, sin estudios ni informes técnicos que avalen tales medidas.
Desde el Partido Popular no compartimos la intención de aprovechar la crisis para avanzar en la lucha contra el coche. Hay que respetar la decisión de los ciudadanos de querer utilizar el vehículo privado para sus desplazamientos si así se sienten más seguros. A la alcaldesa no le gusta esta extraña costumbre que tienen los ciudadanos de querer tomar sus propias decisiones, y por ello toda la medida está encaminada a vetar el vehículo privado en nuestra ciudad y "obligar" a ir en bici, a pie o en transporte público.
No hay que caer en la complacencia ya que, una vez más, intentan imponer la ideología por delante del sentido común y de las necesidades reales de Barcelona. Asombra que, entre las medidas, ni una sola mención para promocionar los desplazamientos en vehículo privado más allá de la bicicleta o el patinete. No se contempla la posibilidad de revisar o alargar la moratoria a la aplicación de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) y flexibilizar las restricciones al vehículo privado.
Señora alcaldesa, no todo el mundo puede cambiarse de coche tan a menudo como hace Ud. que hasta estrena coche nuevo en medio de esta crisis. ¿Dónde está aquella activista de izquierdas que arremetía contra la “casta política” por ir en coche oficial y que se hizo una foto desplazándose en metro para acudir al consistorio los primeros días de acceder al cargo? El “postureo” más breve que yo recuerdo.
Pero es que ahora ya ni disimulan. Este pasado enero, mientras aplicaban restricciones y prohibiciones a todos los barceloneses con la Zona de Bajas Emisiones, la alcaldesa se desplazaba en un vehículo de gran potencia que vulneraba la nueva normativa europea 631/2019 de contaminación. Y a raíz de esa información y después de estar unas semanas probando diferentes modelos de coches híbridos, eléctricos y demás, Colau va y estrena un nuevo coche valorado en 47.000 euros en medio de esta crisis. Otro coche oficial de gran potencia al servicio de alcaldía, manteniendo los otros dos monovolúmenes que ya tenía y haciendo crecer la familia de coches oficiales del Ayuntamiento de Barcelona. La verdad, no entiendo para qué necesita tantos caballos y cilindros, si no quieren que se circule a más de 30 km/h en toda la ciudad.
Todo ello, en medio además de la polémica de su número dos, la teniente de alcalde de urbanismo, Janet Sanz, quien decía hace apenas unos días que esta situación generada por la crisis era una buena oportunidad “para no reactivar el sector automovilístico”.
O de las contradicciones con su compañero también de filas y regidor de gobierno Eloi Badia. Quién al preguntarle en la comisión por el vehículo contaminante de la alcaldesa dijo: “hemos de gestionar bien el dinero público” y “se ha de aplicar una amortización sensata”. Para sentenciar diciendo: “no es aconsejable cambiar un vehículo acabado de comprar y que lo finiquitemos para comprar otro”.
Y claro, después de todo esto, ¿cómo no iba la oportunista Colau a usar el recurso de los bulos y las fake news? Y así, en su cuenta de Twitter señaló hace unos días ante tales acusaciones, que todo era una “campaña de la derecha” dirigida para desprestigiarla. Así que si la ven en su nuevo coche último modelo híbrido y de gran potencia, ya saben, no es ella. Es un bulo. Nuevamente es víctima del “síndrome de Zelig”, ella también ha sido víctima de las fake news.
El oportunismo de Colau en esta crisis no tiene límites, estrena coche nuevo, también estrenó su breve programa “Aló Alcaldesa” en la televisión pública Betevé, sin respetar el pluralismo político, un hecho que acabó por provocar la anulación de este espacio que debía ser semanal. Y, por último, promueve un concierto por el confinamiento en el que pretendía pagar en plena crisis por el Covid-19, un total de 200.000 euros de dinero público a Mediapro y El Terrat para que se encargasen de la producción del evento, paradójico cuando en cambio los artistas actuaban gratis. Ante las críticas por el coste y el abandono de los artistas, Colau decidió anular el concierto. A pesar de esto, toda la oposición en bloque hemos forzado la convocatoria de una comisión extraordinaria para pedir transparencia sobre los detalles y procedimiento de la contratación del concierto. Sin duda, seguiremos trabajando desde el confinamiento para construir una Barcelona mejor y velando por los intereses de todos los barceloneses.