El comercio barcelonés se mantuvo en su gran mayoría cerrado. Yo tuve suerte. Fui a La Pelu, mi peluquería de toda la vida en el barrio de Hostafrancs. Manel y Loli son unos valientes y abrieron, respetando las nuevas normas. Mascarillas, una máquina de ozono para desinfectar cuando acaba un cliente y entra el nuevo, batas desechables y jabón para las manos en la entrada. Manel y Loli son dos personas acostumbradas a estar al pie del cañón. Entre tijeratazo y tijeretazo, el teléfono de Manel no para de sonar. Son sus clientes que le piden hora. Me enseña la libreta, lo tiene todo a tope hasta la semana que viene. Otros se acercan a la puerta a ver si suena la flauta. Es lo que tiene ser del barrio de toda la vida. Les recomienda que le llamen y pidan cita.
Manel y Loli son prudentes, pero quieren volver a reactivar su negocio. Respetando las normas no ven ningún impedimento. Estuvo la pasada semana preparándose en la nueva apariencia de su lugar de trabajo durante años, heredero del que tuvo su familia en la calle Cruz Cubierta durante años y años. La nueva apariencia se limita a las medidas sanitarias, porque La Pelu sigue presidida por un cuadro de Morente, remake de una litografía de una página de El Periódico también presente, que recuerda cuando el maestro estuvo en Barcelona, en casa de Manel y Loli arreglándose para presentar su espectáculo El Barbero de Picasso.
Es cierto que el primer día siempre es un poco caos, pero hay una norma no escrita que se llama sentido común y es el que han puesto en marcha centenares de comercios como Manel y Loli. Hay que ser prudentes, pero hay que empezar de nuevo, porque no hacerlo es ayudar a dibujar una crisis de consecuencias irreparables.
Algunos de sus clientes han caído en esta pandemia. Lo comenta, con pesar, mientras se afana con tijeras, peines y cuchillas. Es La Pelu de siempre, comentando la jugada, aunque ahora la jugada es la situación de la pandemia. El fútbol de momento ha pasado a mejor vida, pero la política no. Siempre con respeto, Manel siempre saca temas polémicos. Lo lleva en la sangre desde sus años mozos en el Ateneu Montserrat, la escuela del barrio que compartimos.
En estos días, hemos hablado mucho de los héroes de esta pandemia, desde los sanitarios hasta los farmacéuticos, pasando por la industria alimentaria, los basureros, las fuerzas de seguridad, los conductores de autobús, metro, “ferrocatas” o los funcionarios. Desde el lunes 4 de mayo, hay otros héroes como Manel y Loli que han abierto para volver a dar vida a su barrio, y la vida a sus clientes que tras tantos días de encierro podríamos haber competido con el león de la Metro Goldwyn Mayer. Desde esta columna, os doy las gracias.