Se ha reconocido que las emisiones de los vehículos de motor agravan las consecuencias y efectos del coronavirus. Ya hay evidencias de que el virus viaja en las micropartículas causadas por la polución, generada por los vehículos de motor contaminantes, aumentando la distancia de contagio. Es hora de una nueva movilidad, pero no la que se propone desde las instituciones del país.
De igual forma que hemos aceptado confinarnos en casa en este estado de alarma, por el bien de la salud general hemos de plantear confinar el vehículo de motor contaminante privado.
Todos los esfuerzos de las administraciones para aumentar las frecuencias de los transportes públicos, con el fin de permitir una ocupación segura para evitar el contagio, serán ineficientes y generarán pérdidas económicas considerables si no se limita de forma drástica el uso indiscriminado del vehículo de motor privado.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) propone la bicicleta como vehículo prioritario una vez salgamos del obligado confinamiento. Esta recomendación de la OMS ha generado en muchas poblaciones actuaciones denominadas como “urbanismo táctico” para favorecer la bicicleta como medio de transporte seguro, eficiente y saludable.
En las poblaciones del área metropolitana se están planteando soluciones totalmente insuficientes, ya que se basan en improvisar actuaciones “propagandísticas” con alguna ampliación de acera o algún ridículo carril bici provisional, en lugar de enfrentarse a la limitación drástica y necesaria del espacio que ocupa actualmente el vehículo de motor privado, tanto en circulación como estacionado.
Como muestra de estas actuaciones, que considero ineficaces y erróneas, analizaré el plan de “la nueva movilidad” de Barcelona, una ciudad hipotéticamente preparada para usar la bicicleta.
La primera propuesta del Ayuntamiento de Barcelona al reabrir el servicio público de bicicletas, el Bicing, es «evitar carriles bidireccionales».
Si queremos circular por carriles bici por Barcelona para hacer cualquier recorrido cotidiano de movilidad obligada, con esta recomendación no es posible. La mayoría de carriles bici de largo recorrido de Barcelona son bidireccionales.
La aparición del coronavirus ha destapado un puñado de carencias de las administraciones del país y sobre todo la demostración de que no saben como gestionar las medidas que nos proponen.
La mala gestión al diseñar unos carriles bici más estrechos de lo recomendado hace que sean totalmente inútiles. El coronavirus evidencia la necesidad de carriles anchos y seguros, que hace años que reclamamos desde los colectivos ciclistas.
La nueva movilidad propuesta por el Ayuntamiento de Barcelona continúa centrándose en cómo facilitar el uso del vehículo privado contaminante, dentro de las limitaciones que se ven obligados a realizar para cumplir el expediente y no al favorecer de forma clara y contundente las necesidades de seguridad y circulación que necesiten las bicicletas e incluso los VMP (patinetes y demás), que ni se nombran en la nota de prensa del ayuntamiento.
Obviar a estos nuevos modos de transporte en un plan denominado «nueva movilidad» nos demuestra la incompetencia de los responsables de la movilidad en la ciudad de Barcelona.
Compartir los actuales carriles-bus no solucionan ni la seguridad ni la eficiencia de la circulación de las bicicletas. En el momento en que los autobuses nos adelanten, nos pondrán en peligro y el conductor del autobús se verá obligado a hacerlo de forma ilegal, ya que no podrá respetar la distancia lateral obligatoria.
En una calle como el de Sants-Creu Coberta, que es donde se pretende implantar este carril bus/bici, la bicicleta es mucho más rápida y eficiente que el autobús, que tiene paradas cada pocos metros y que obligará a los ciclistas a esperar detrás tragándose todo el humo contaminante del vehículo o ponerse en peligro adelantando por el carril de circulación de los vehículos privados. Los carriles bus-bici que hemos pedido durante mucho tiempo en Barcelona, tienen que ser como en otras ciudades de Europa: suficientemente anchos para evitar estas peligrosas consecuencias.
En la “nueva movilidad” planteada por el Ayuntamiento de Barcelona, los laterales de la Gran Vía o de la Diagonal estarán cortados al tráfico y serán para los peatones, sin tener en cuenta que la bicicleta es parte del tráfico y que en dichos laterales existe un carril bici.
Aunque después de las quejas de los colectivos ciclistas incluyen la excepción de la circulación de la bicicleta por el carril bici existente, de escasamente 1 metro de ancho, resulta que ante la recomendación del propio ayuntamiento (“mantén la distancia mínima de seguridad de 2 m. con las otras personas”) es un carril bici desaconsejado y más aun si esta plagado de peatones andando por la calzada, que imposibilita mantener esa distancia recomendada entre bicicletas y peatones.
Es cierto que los peatones necesitaremos que se amplíen las aceras. La solución provisional en estos casos quizás sería que los troncos centrales de las avenidas sean para el transporte público, la bicicleta y los VMP, dejando un solo carril por cada sentido para el vehículo de motor privado contaminante.
¿Un carril bici provisional pintado en la calle Valencia? Otra propuesta insegura. Ya se ha demostrado que la pintura no reduce la velocidad ni evita la ocupación de dichos espacios para la carga y descarga, ya habitual en la calle Valencia, que mantiene dos carriles para los vehículos de motor.
Lo que hace falta son carriles bici en todas las calles de más de un carril de circulación. Tenemos que garantizar la «nueva movilidad» segura, debido al incremento de usuarios de la bicicleta que se prevee y que ya se evidencia en el aumento de venta y puesta a punto de bicicletas que ha notado el sector por la propuesta de la OMS.
La circulación de bicicletas no se ha de limitar a poder circular por los corredores existentes y algún otro espacio reducido de la ciudad que se pintará.
Para garantizar la seguridad y la salud de las personas usuarias de la bicicleta, manteniendo las distancias recomendadas, en estas calles con más de un carril de circulación se han de habilitar carriles bici de forma que la nueva movilidad los convierta en calles con carril bus, un carril coche y el resto del espacio en la calzada para las bicicletas y VMP.
En las calles donde ya exista un carril bici, estos se han de desdoblar para garantizar la distancia social necesaria, para salvaguardar la salud de las personas usuarias de la bicicleta.
En definitiva, la «nueva movilidad» que nos presenta el Ayuntamiento de Barcelona se ha diseñado con el antiguo planteamiento obsoleto de la prioridad del vehículo privado contaminante. Una «nueva movilidad« totalmente incoherente donde además se aplaza la entrada en vigor de la zona de bajas emisiones que tenía que evitar la entrada de numerosos vehículos contaminantes a la ciudad.