¿Qué haremos con esta Barcelona, cuando la normalidad deja de ser normal, cuando la vida de los ciudadanos y ciudadanas de nuestra ciudad se para de golpe, cuando la ciudad queda al descubierto, desnuda y vacía?
Es en estos momentos cuando echas de menos muchas cosas, pero sobre todo es cuando te preguntas dónde está el apoyo y el acompañamiento institucional de los gobernantes, de los que nos dirigen.
Las personas que vivimos en Barcelona, más allá de las necesidades materiales que estamos sufriendo ahora, echamos de menos una cosa esencial: las palabras, la comunicación, los mensajes de un Gobierno de Barcelona que se dirija hacia su gente, que oriente, que aconseje a todas las personas que en estos momentos se sienten solas y perdidas ante la magnitud de los hechos que nos colapsan día a día.
Más allá de las pautas de conducta y de comportamiento cívico, de informar sobre las diferentes fases de desconfinamiento, es necesario que el Gobierno de nuestra ciudad comparezca para informar de cuáles son las medidas que está pensando impulsar para paliar la gran crisis social y económica que está afectando y afectará, todavía más, en un futuro a Barcelona.
Parece ser que la principal premisa de informar bien a nuestra gente se ha olvidado en los momentos en que más falta hace. ¿Se ha dejado de pensar en la persona como centro y objetivo de la política?
No se trata solo de dar datos estadísticos sobre la situación de esta pandemia, no se trata de analizar la situación en la que nos encontramos en estos momentos, sino de prever con suficiente antelación qué acciones y actuaciones se pondrán en marcha desde nuestro Consistorio para superar esta crisis humana, social y económica desde ahora mismo.
Capacidad de afrontar la realidad, más transparencia en la gestión, no tener a los ciudadanos y ciudadanas como simples espectadores. Cuando la sociedad civil está a tu lado es más fácil remar todos juntos hacia un buena dirección.
Más proximidad, más responsabilidad y más cercanía hacia los personas que están en una situación de vulnerabilidad, hacia las empresas y trabajadores que viven con mucha incertidumbre su futuro.
Convergents defiende que el humanismo tiene que inspirar las políticas públicas, las familias tienen que ser el centro de las actuaciones de un gobierno, y en estos momentos estas se encuentran desprotegidas, poco acompañadas y desorientadas.
No es trata de limitar los derechos de los personas, sino de garantizar que todo el mundo pueda ejercerlos de una manera justa y de acuerdo con la situación del momento, con toda la información y las medidas que sean necesarias para poder actuar cívica y responsablemente. Cuando la ciudadanía está informada debidamente, actúa de forma consecuente.
La incertidumbre genera inseguridad en todos los sentidos. Es obligación de los dirigentes de todo gobierno transmitir mensajes seguros y claros a todo el mundo. Aquello que la gente quiere saber y escuchar en estos momentos tanto críticos.
La participación de la ciudadanía es fundamental hoy. Es necesario un Plan de Actuación urgente para encarar la salida de esta insólita situación con la colaboración de todos los agentes sociales y económicos, poniendo en práctica todas aquellas voluntades políticas que tantas veces ha hecho patente el gobierno de Colau y que hoy parece que han desaparecido, igual que la gente en las calles.
Barcelona no se puede apagar, requiere un liderazgo que, pase lo que pase, sepa reaccionar y actuar por encima de todo. Un equipo de gobierno que esté trabajando firmemente ante esta pandemia pero al mismo tiempo esté pensando en el futuro de nuestra salud, de nuestra sociedad y de nuestra economía. Esto es política, esto es lo que pide la gente. Esto es el que defiende mi partido, Convergents.