Josep Sánchez Llibre se empecinó hace unas semanas en criticar el acuerdo de sindicatos, empresarios y Gobierno sobre la prolongación de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo hasta el 30 de junio. El patrón de patronos de Cataluña alertó de que el acuerdo era insuficiente. Le cayeron de todos los colores y algún exabrupto. Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón. El 30 de junio era del todo insuficiente porque muchos sectores quedaban al pairo de la recuperación económica.
La prórroga todavía está siendo negociada, pero todo apunta que habrá acuerdo y si no lo hay, el Gobierno lo prorrogará hasta el 30 de septiembre dejando la puerta abierta a una nueva prórroga hasta el 30 de diciembre. La razón es clara: muchos sectores están imposibilitados para iniciar su actividad, porque el mundo laboral no es un conjunto de departamentos estancos y cerrados. Es una amalgama de interconexiones que deben tener cobertura.
Barcelona, el principal motor económico de Cataluña, y una de las plazas más importantes del Mediterráneo es un buen ejemplo. La industria turística tendrá problemas, necesita ampliar los ERTE para recuperar su pujanza. ¿Qué entendemos por industria turística? Los hoteles, claro, pero mucho más. Las empresas de catering que trabajan para estas instalaciones, las de mantenimiento de ascensores que hasta que no se abran no podrán trabajar, los suministradores de productos alimentarios que tienen en los hoteles sus principales clientes, o los autocares que organizan rutas, figuran en esta casuística. Sin olvidar todas esas empresas que prestan un servicio social a muchas familias barcelonesas organizando colonias y campamentos de verano para los críos.
Se planteó la prórroga de los ERTE, en un primer momento, sólo para algunos sectores, pero el galimatías aconseja una ampliación general. Para situar una desescalada por sectores todavía se está a tiempo aunque el coste para el estado es importante. No sólo la industria hotelera estaba pendiente de estos cambios que llegarán como agua de mayo. La distribución del automóvil que todavía no ha recuperado el nivel de ventas o los talleres de reparación de coches. Ambos necesitan que los ERTE tengan un proceso gradual para no destruir el empleo. También, el conjunto del sector del comercio, a excepción de la alimentación. Muchas pequeñas tiendas siguen cerradas y necesitaban este balón de oxigeno para pasar el verano.
La lista se hace interminable. La educación es otro de los sectores. Los chavales no volverán al colegio hasta septiembre y aquí las empresas de autocares de transporte escolar y los comedores escolares viven un cierre a cal y canto que no verá la luz hasta la vuelta del verano. El sector cultural tardará en recuperar el aliento y con él todo el sector que en el verano organiza multitud de actividades por toda la geografía. Empezarán a recuperar el pulso en julio, pero su actividad plena quedará lejos. Y sigue la lista. Los gimnasios que todavía siguen con la persiana bajada y temen una caída importante de sus socios o el deporte amateur que a diferencia de La Liga sigue varado.
Esta narración sirve para Barcelona, para Cataluña y para España. Josep Sánchez Llibre, el presidente de Foment, tenía razón cuando clamó en el desierto. Por eso, sorprende, y mucho, que desde el Ayuntamiento no se haya oído ni una palabra de apoyo al presidente de la patronal catalana. Ni siquiera los sindicatos se apuntaron a esta prórroga, que ahora ven necesaria. Bien está lo que bien acaba -el martes veremos-, pero a veces los silencios se hacen ensordecedores. Bienvenida esta prórroga que dará aire a miles de empresas y garantizará que no se destruya empleo en miles de sectores. También en Barcelona, señora alcaldesa.