Muchos somos los que sospechamos que posiblemente las costumbres que vamos a tener que incorporar en nuestro modelo de vida, van a estar reñidas ahora por ahora con el concepto que tiene de colectividad nuestra vida social. El individualismo se impone a todas luces como consecuencia de una idea de necesaria y obligada protección que nos lleva en ocasiones a dejar de compartir sentimientos y experiencias. También La sociedad de internet y de comunicación online nos lo ha puesto más fácil. Cualquiera diría que esto ha pasado en el momento oportuno, dado que tenemos las herramientas necesarias para trabajar, podemos ver películas y entretenernos, y hasta conocer nuevas amistades y tener nuevas relaciones desde casa. Se nos ha abierto durante una larga temporada, un nuevo camino accidentalmente impuesto, como resultado de esta crisis sanitaria.
No ha pasado mucho tiempo que los responsables municipales hacían hincapié, en que utilizáramos el transporte público en aras de una sostenibilidad necesaria para nuestra ciudad, y ahora nos estimulan a utilizar el vehículo privado. Y esto se debe a que la prudencia sanitaria hace que se restringa el número de personas en el interior de un autobús, con lo que o bien ponemos más autobuses, o bien cogemos el coche. En este aspecto nuestro consistorio parece ser que no lo tiene claro. Porque suprimir plazas del transporte público lleva necesariamente la obligatoriedad de poner más vehículos y mayor frecuencia de los mismos. Del mismo modo ocurrirá con el metro que desde la misma web de TMB ya nos alertan que Para facilitar la planificación del viaje y evitar aglomeraciones, se pone a disposición de los ciudadanos un aplicativo que muestra indicadores de la ocupación media estimada. TMB supongo que sabe que cuando todo se normalice, existen horas punta de entrada y salida del trabajo, y que cualquier planificación al respecto es materialmente imposible, entonces que nos explique cómo evitaran las aglomeraciones. Barcelona puede estar sumida en un colapso circulatorio total, por la gran afluencia de vehículos privados que lo van a utilizar para poderse desplazar. Es decir, la anatema de la sostenibilidad. Además ¿que pasara con las ya de por si complicadas entradas en la ciudad?, la contaminación...etc. Las entradas en Barcelona por las mañanas, que ya de por si eran un desastre, se convertirán en un tormento que tendremos que sufrir irremediablemente.
Fomentar la individualidad no puede tomar la ideología de nuestro comportamiento, todo lo contrario. ¿Pero como aunar el necesario compromiso social de estar todos juntos con el miedo al contacto?. Si lo que tenemos en nuestro exterior incluido sus gentes, se convierten en un medio peligroso, ¿hasta dónde podrán llegar entonces las relaciones sociales?. Vemos, sin ir más lejos, que el modelo de nuestras oficinas como espacios abiertos y que eran entendidas como el espacio idóneo de trabajo y de interrelación, con el fin de compartir objetivos, experiencias etc., se desvanece en aras del teletrabajo aislado y en casa. El despacho privado tantas veces repudiado hasta ahora, en este momento toma un protagonismo que nunca lo hubiéramos podido imaginar. El miedo social invita a tener lugares de trabajo con una cierta intimidad e individualidad. Hasta ese ligero café con los compañeros de oficina, también estará destinado a desaparecer. El concepto de teletrabajo sin duda tiene una validez y representa una comodidad y consecuentemente facilita la conciliación, pero de eso a ser la solución de trabajar el encerrarnos en casa, hay un largo camino. Potenciar la individualidad puede arrastrarnos a comportamientos dañinos y que pueden hacernos mella familiar y socialmente.
La psicología moderna ya aventuraba los peligros que podía tener internet de una forma abusiva, sobre todo en nuestros adolescentes. La comunicación con el exterior únicamente por medios online, no es la solución. Hace tan solo unos meses pensábamos que la formación de nuestros más jóvenes pasaba por dosificar las horas delante de la pantalla del ordenador, dado que las actividades sociales y deportivas eran necesarias. Sin embargo hasta que las clases sean presenciales, hemos estado potenciando todo lo contrario. La distancia social, aunque en la pandemia ha sido necesaria, no solo pone en peligro todas aquellas actividades como son, la sociedad de ocio, la enseñanza y la formación y un largo etc. sino que también abren la posibilidad de un entorno egocéntrico y poco solidario.
Tendremos que esperar a que todo esto desaparezca y que podamos volver a la normalidad, y que las causas que han provocado esta deriva hacia la individualidad radical se desvanezca, situando a las nuevas tecnologías de la comunicación donde tienen que estar, como herramientas que nos faciliten la vida en todos los aspectos laborales y familiares. Y que la relaciones sociales vuelvan a ser como siempre han sido, de otra forma podemos estar al borde de un nuevo modelo social que prime la individualidad frente a la colectividad.