Llegas a tu destino. La bicicleta te permite un desplazamiento “puerta a puerta”. Es una ventaja, pero aunque puedas entrar la bicicleta en el lugar de destino, suele ser complicado. Escaleras, ascensores pequeños, cuando no inexplicablemente ”prohibidos para bicis”.
Para poder aparcar un coche, sacas la llave del contacto, cierras la puerta y listos. La bicicleta necesita que cargues con los elementos de seguridad, candados y cadenas, y encontrar el lugar adecuado para poder amarrarla de forma segura.
En pocas poblaciones tenemos el número suficiente de lugares apropiados para amarrarla y es normal atarla a algún elemento del mobiliario urbano. Hay poblaciones que, sin garantizar un mínimo de estos aparcamientos para bicicletas, prohíben atarlas al mobiliario urbano.
Dejar la bicicleta en la calle no te garantiza encontrarla de nuevo o encontrarla entera. Tanto el robo de la bicicleta como el robo de sus piezas o la rotura por vandalismo es habitual en nuestro país.
Si semejante número de robos o vandalismo lo sufrieran los coches particulares aparcados en la calle estaríamos ante un problema social que ni la población aguantaría, ni las autoridades permitirían.
Permitir, efectivamente, no es que la policía “pase” de los robos, simplemente no es una prioridad. Se ha denunciado en diversas ocasiones públicamente. Cómo, donde y quien roba bicicletas, pero no ha pasado nada. Los robos siguen y las bicicletas robadas, almacenadas en tejados o pisos, continúan.
Igualmente en los mercados de segunda mano en la red se encuentran en demasiadas ocasiones ofertas de bicicletas a bajos precios que nos hacen pensar en su dudosa procedencia.
Es cierto que parte de “culpa” la tiene el comprador, que no verifica la propiedad de la bicicleta que le están ofreciendo. Pero esta situación se produce por la dinámica de las compras por la red, tratos rápidos y en el caso de las bicicletas, muchas veces zanjados en plena calle.
Otra de las causas de esta conducta por parte del comprador es la baja estima social que tiene la bicicleta en nuestro país. La bicicleta todavía está entre el juguete y el capricho, no tiene socialmente un estatus de vehículo, no tiene un valor social.
En este punto entran en juego las instituciones. Una bicicleta, excepto las de gama alta, que no están normalmente aparcadas en la calle, tiene un valor económico reducido, que en muchas poblaciones no alcanza ni el mínimo para que la policía local curse una denuncia por robo. Poner una denuncia por el robo de una bicicleta continua siendo en muchos casos una odisea, que se traduce en una pérdida de tiempo, sin ningún resultado.
Las entidades en defensa de la bicicleta han propuesto que como vehículo, el robo de una bicicleta sea considerado por el hecho de dejar “colgado” a su propietario sin medio de transporte, como un delito independientemente del valor de dicha bicicleta, y que las sanciones o penas por el robo de bicicleta sean más elevadas, con el fin de intentar desmotivar a los ladrones.
Una de las problemáticas del robo de bicicletas es la supuesta falta de identificación, que desde las instituciones o la ciudadanía en general se achaca a que las bicicletas no llevan matrícula. Ello es un error. Por el lado de las instituciones motivado por el intento de hipotéticamente facilitar la identificación para poder sancionar; y de la población por falta de información o pensar que si los vehículos de motor la llevan, deberían llevarla las bicicletas.
Las bicicletas en su gran mayoría tienen una identificación única e intransferible, el número de serie, que está grabado en el metal del cuadro de la bicicleta, igual que el número de bastidor que tienen los vehículos de motor.
Para disuadir del robo de bicicletas los colectivos ciclistas han reclamado un registro relacionando al propietario de la bicicleta con dicho número de serie, en una base de datos con acceso para los cuerpos de seguridad, depósitos municipales, etc.
Desgraciadamente las pruebas “piloto” de registro gratuito, que se han realizado en la ciudad de Barcelona, con un número alto de robos de bicicletas, no han tenido ningún resultado satisfactorio, por la falta de coordinación entre el ayuntamiento y el depósito municipal, y porque en los primeros días la Guardia Urbana comenzó una campaña de multas de estacionamiento, nunca antes realizada, aprovechando la facilidad de relacionar las bicicletas con su dueño, multando a bicicletas aparcadas en mobiliario urbano, donde no existía lugar apropiado para aparcar la bicicleta. Ello desmotivó a las personas usuarias de la bicicleta a registrar su bicicleta, ya que solo servía para que pudieras ser sancionado fácilmente de forma injusta. Tampoco consideraron importante dotar a las bicicletas registradas de un adhesivo en un lugar bien visible con una frase tipo “Bicicleta registrada contra robo”, tal como se hace comúnmente cuando un vehículo de motor tiene un sistema de alarma. Es una medida disuasoria, dado que creemos más importante evitar el robo que no supuestamente encontrar la bici una vez robada.
Estos fracasos por la falta de operatividad de las instituciones ha motivado que se generen iniciativas público/privadas que pretenden crear este registro de bicicletas. Como demasiadas veces en nuestro país, complicamos lo sencillo, para que alguien saque provecho.
Los colectivos ciclistas han propuesto que un control real de la entrada de bicicletas en cualquier depósito municipal no necesita de un gran sistema informático especializado. Es tan sencillo como poner en la casilla de número de bastidor preparada en cualquier formulario de entrada en el depósito de los vehículos de motor, el número de serie de la bicicleta. Pero las bicicletas continúan entrando en los depósitos como “chatarra” y los ladrones continúan robando y vendiendo con total impunidad.
Al final la posibilidad de evitar el robo recae casi íntegramente en el propietario de la bicicleta, que se ve obligado a adquirir caros y pesados sistemas antirrobo, candados, cadenas, bloqueadores de ruedas y de sillín, etc. Los candados para bicicleta tienen un número que indica el nivel de protección. Compra un candado proporcional al valor de tu bicicleta, no escatimes en el candado, porque si no al final pagarás dos veces el precio de tu bicicleta si te la roban.
Igualmente la posibilidad de recuperar una bicicleta robada ya sea en un depósito municipal o porque ves tu bicicleta un día aparcada en la calle, no es una tarea fácil. En todo caso de nuevo existirá esa posibilidad si el propietario legal de la bicicleta tiene en su poder una factura donde se indique claramente el número de serie de la bicicleta. También puedes llegar a demostrar la propiedad con fotografías si tu bicicleta incorpora algún tipo de extra o elemento reconocible, diferente a la bicicleta estándar de esa marca y modelo, pero esta opción ya requiere de muchos trámites, que no siempre surgen el efecto deseado.
Es muy importante exigir en el momento de comprar una bicicleta, que la factura contenga el número de serie de la bicicleta y no simplemente la marca y el modelo o como a veces simplemente el color. Esta factura que incluye el número de serie, lo debes considerar como los “papeles” de tu vehículo.
Los colectivos ciclistas reclaman suficientes aparcamientos públicos en la calzada. Deberías encontrar como mínimo una plataforma de aparcamiento de bicicletas en cada cruce, ocupando la primera plaza de aparcamiento de coches, justo al lado del paso de peatones. Esto aumenta la seguridad de los peatones al facilitar la visibilidad de los conductores. En el espacio que ocupa un coche caben hasta 10 bicicletas.