El periodismo está hoy de luto. También, el madridismo. Juan Carlos Pasamontes, un periodista de raza, culto, un apasionado de las letras, un estudioso del fútbol, un hombre de tertulias acaloradas, blanco hasta “las trancas” como decía él y, sobre todo, una persona con un corazón inmenso, falleció el domingo por la noche tras sufrir un infarto. El mensaje, vía Skype, es cruel y doloroso. Imposible de digerir.

Minutos después de que su querido Real Madrid ganara al Barça en el Camp Nou (1-3), el pasado 24 de octubre, como me recuerda whatsapp, intercambiamos los últimos mensajes. Ese día me tocaba a mi felicitarle. Nunca fallábamos. Me fastidiaba tener que escribirle, pero no podía escaquearme. Nunca lo hacía él y nunca lo hice yo. Y cuando empezábamos a escribir, las conversaciones se alargaban. En la última, intercambiamos 12 mensajes. Sus últimas palabras fueron para recordarme que Florentino era mejor que Bartoméu: “Está a años luz de Florentino”. Esta vez no fue muy original, pero siempre, o casi siempre, acertaba.

A Juan Carlos, a Pasamontes mejor dicho, lo conocí en Diario Gol. Cuando Gol era una web de referencia en la industria del deporte. Con Gerard y Víctor formamos un buen equipo. Más azulgrana que madridista, pero él se bastaba para silenciarnos. Sus artículos, de largo, eran los mejores. Y los enviaba a altas horas de la madrugada, porque a él le gustaba trabajar de noche, en la cocina para no molestar a Eugenia, su mujer, con una copita y, siempre, siempre, con su purito.

Pasamontes era una enciclopedia. Nos maravillaba con sus anécdotas. Y su cara se abrillantaba cuando recordaba que sus padres se conocieron en el Santiago Bernabéu, haciendo cola para sacar una entrada. Del Madrid sabía mucho, de los futbolistas y los directivos, y en el recuerdo siempre quedará un libro en el que repasa la historia de todos los presidentes del Real Madrid: Todos los jefes de la Casa Blanca: De Julián Palacios a Florentino Pérez. Al Barça, en cambio, lo quería poco. Su último elogio fue para glosar la figura de Josep Lluís Núñez. Para él, el mejor presidente barcelonista.

Como periodista vivió sus años dorados en El Periódico de Catalunya, donde hoy también lloran su ausencia, igual que su amiga Merche y otros tantos. Luego llegaron sus colaboraciones con Diario Gol, ya fueran artículos de opinión, reportajes o noticias. En los últimos años se alejó del periodismo, preocupado siempre por atender a su madre, pero orgulloso de que Leticia, su hija, siguiera el mismo camino.

Últimamente hablábamos de fútbol, pero también de la vida. De las miserias de cada uno, pero siempre con un punto de ironía y mucho humor. Y en Metrópoli Abierta publicó un obituario de su amigo Segura Palomares y un reportaje humano que tardó meses en escribir, de tan perfeccionista que era.

Pasamontes no quiso cobrarlo. Quedamos para una comida. Una comida en la que, faltaría más, debía invitarle. Fijamos día y hora, pero el maldito coronavirus estropeó la cita. En el recuerdo, sin embargo, siempre quedará la última cena en el Poblenou y una confesión sobre la persona que nos sirvió las copas que no desvelaré.

Hoy, la vida es un poco más injusta y triste. Quienes conocíamos a Pasamontes perdemos un confidente, un aliado, un buen amigo. Nada será igual y mucho menos los clásicos, de por sí cada vez más desnaturalizados en un mundo cada vez más global y menos auténtico. Sí lo era Juan Carlos Pasamontes, como su pluma exquisita y poderosa voz. Descansa en paz.