El Hospital Clínic está con ciertas dificultades, y no tan solo porque se encuentra con una plantilla física y psicológicamente agotada, consecuencia de esta segunda ola de pandemia, sino también porque lleva más de diez años reclamando una ampliación más que necesaria en sus instalaciones. No hay lugar a dudas de que este hospital es referencia mundial, está encuadrado como uno de entre los 30 mejores centros sanitarios del mundo, y además muy ligado a la educación universitaria y a la investigación. Una infraestructura que se ha quedado pequeña, y que reclama unos 200.000 metros cuadrados de aumento de superficie. El Clínic constituye un puntal en el sector sanitario y estratégico de Barcelona y Cataluña y, bajo esta perspectiva, se hace imprescindible acometer una ampliación que le permita de esta forma, seguir siendo un referente internacional, no tan solo por su personal sanitario sino también por sus instalaciones. Desde el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, están de acuerdo con que la ampliación se ubique en el Eixample barcelonés y con un criterio de proximidad, dado que el Clínic también es un equipamiento de barrio, donde trabajan unas 6.500 personas y se atienden a más de 12.000 personas.
Parece ser que las administraciones implicadas, es decir el Departament de Salut de la Generalitat, el Ayuntamiento y la Diputació de Barcelona, han propuesto ubicar esta colosal ampliación en el recinto de la Escola Industrial, propiedad de la Diputació. Una propuesta que comportará la desaparición de varias zonas verdes, así como de las instalaciones deportivas que se encuentran en el lugar. La Escola Industrial es un complejo arquitectónico construido a finales del siglo XIX por Rafael Guastavino y que es un referente de la arquitectura industrial catalana. Un arquitecto valenciano de reconocido prestigio que exportó la tan tradicional bóveda a la catalana más allá de nuestras fronteras. Unos edificios que desde diversas organizaciones se está pidiendo su inclusión en el catálogo como Bien Cultural de Interés Local. Varias plataformas vecinales, asociaciones, SOS Monuments y el Colegio de Arquitectos de Cataluña, entre otros, han dado la voz de alerta a esta ubicación. La idea de construir edificios de entre 11 y 16 plantas de altura afectará al conjunto de edificios modernistas, desfigurando de forma traumática este único conjunto monumental como sostiene la plataforma 'Un nou Clínic és possible, salvant el recinte de l'Escola Industrial'.
Lo que ha venido en llamarse el Nuevo Clínic, no tendría que ubicarse en este conjunto monumental sin tener un estudio riguroso de la viabilidad arquitectónica, así como de las afectaciones a las edificaciones modernistas y, sobre todo, sin definir una estrategia de la movilidad necesaria y sostenible que un equipamiento de estas características comportará en un enclave ya de por sí compacto. Y sin olvidar, el compromiso que tiene la administración de presentar una propuesta que no deje de lado la participación ciudadana y el consenso vecinal. Recordemos que, ya en el año 2011, el Clínic proyectaba trasladar el Centro de Investigación e Innovación Quirúrgica Transaccional a la Zona Franca.
A día de hoy, y con buen criterio, la Diputació, propietaria de la Escola Industrial, se desmarca de esta ubicación, e insta a estudiar otras alternativas. Y es en este aspecto que algunos creemos que pueden existir alternativas, como es la ubicación en el solar de la calle de Provença y que es limítrofe con el actual hospital. Un terreno donde estaba el antiguo cuartel de los bomberos y que es propiedad del Clínic. Una propuesta que daría comodidad al funcionamiento del centro dada su proximidad y que, a través de una modificación del Plan General, permitiese a la nueva construcción edificar en altura para que, conjuntamente con una remodelación del actual hospital, se pudiera ampliar lo existente, posiblemente con un programa menos ambicioso. Del mismo modo, permitiría comunicar los edificios mediante una o varias pasarelas, a modo de puentes, que optimizasen su interrelación. Una propuesta que merecería ser estudiada y que no tendría la servidumbre de tener que proteger el entorno arquitectónico de la Escola Industrial. Un planteamiento, además, con menor coste, y que preserva el legado de Enric Prat de la Riba, que a principios del siglo XIX promovió esta escuela como centro de formación de técnicos industriales. Seguramente, el reto que tiene la actual Escola Industrial pasa por redactar un proyecto que permita abrirse más al barrio y a la ciudad, como pulmón verde que el distrito necesita y del cual está tan carente, porque si no, de otro modo, acabará convirtiéndose en un enclave exageradamente construido.