El llamado urbanismo táctico que está desplegando el gobierno tripartito en Barcelona, conformado por Colau, PSC y ERC, es decorativo, superficial y en muchos casos pone en riesgo la seguridad vial, especialmente de los moteros de la ciudad. Este urbanismo táctico carece de rigor técnico y como les decía es muy peligroso para los que nos desplazamos habitualmente por la ciudad en motocicleta.
El urbanismo debe y tiene que ser estratégico por eso no es lógico que se emplee el dinero de los contribuyentes a colocar trampas y obstáculos en la ciudad, cuando éste dinero debería invertirse en combatir la crisis social y económica que padece la ciudad. Desde el primer día que se planteó la instalación de las barreras New Jersey, desde Cs alertamos al gobierno municipal de la peligrosidad de estos elementos y advertíamos que la tragedia podría ocurrir más pronto que tarde, como así ha ocurrido trágicamente. El fallecimiento del joven motorista debería hacer reflexionar al gobierno municipal sobre la idoneidad de estas medidas y la vulnerabilidad que tenemos los que utilizamos la moto como medio de transporte ante los bloques de hormigón que se han dispuesto por toda la ciudad.
Ya la Unión Internacional para la Defensa de los Motoristas (UMI) ha anunciado que prepara una demanda contra el Ayuntamiento de Barcelona por incumplimiento del Reglamento General de Circulación y la Ley de Seguridad Vial y ya les anuncio que Cs, en el próximo pleno del mes de enero, llevará una iniciativa para la retirada de los bloques de hormigón, tanto los instalados en las calles de Consell de Cent y Girona (entre otras vías) como los que son del tipo New Jersey. Desde nuestra formación, consideramos que hay elementos más flexibles, como los que se han puesto en otras ciudades –por ejemplo en Madrid–, que no suponen un riesgo para la vida de los motoristas. Colau se ha equivocado doblemente, primero por criminalizar a los motoristas y por empeñarse en poner en marcha su urbanismo táctico que es un auténtico peligro.
El gobierno municipal debe poner fin a su guerra contra la moto. Barcelona no se entendería sin este medio de transporte que es fundamental para la movilidad diaria en la ciudad. Por mucho que Colau, Collboni y Maragall pretendan poner obstáculos, la realidad demuestra que Barcelona es la ciudad con más motos de España, un vehículo arraigado en la cultura emocional de los barceloneses, que permite reducir los índices de contaminación y que ayuda a hacer de Barcelona una ciudad más amable.
El presente y el futuro de la movilidad de Barcelona tiene que pasar por alcanzar un acuerdo con todos los sectores implicados pero para que eso ocurra lo primero que tienen que hacer Colau y el PSC es dejar de tratar a los moteros como enemigos. Los motoristas, lejos de ser el problema, son parte de la solución para mejorar la movilidad de Barcelona.