Cinco mil personas acudieron al Palau Sant Jordi el pasado sábado para escuchar en directo a Love of Lesbian. Este ha sido el primer concierto multitudinario sin distancia en toda Europa y, al menos a mí, me ha generado sensaciones encontradas.
Por un lado, entiendo la necesidad de empezar a plantear cómo va a ser el desarrollo del mundo de la cultura en el futuro próximo, pero hay algunas cosas que no acabo de entender y que creo generan más dudas que certezas.
Para ponernos en situación. Para acudir al concierto de Love of Lesbian se han activado múltiples dispositivos y protocolos de seguridad. Por un lado se ha obligado a todos los asistentes a realizarse un test de antígenos, y aquí surge mi primera duda. Los test de antígenos sirven para detectar anticuerpos, pero según parece, no tienen una fiabilidad del 100%. Una persona puede estar infectada y no generar anticuerpos hasta pasados unos días. Eso es un problema, porque quiere decir que hay un periodo de tiempo en que el test de antígenos no vale para nada. Si habláramos de las PCR como método de control a las personas que asistieron al concierto (que no es el caso), la cosa a priori sería más segura, pero evidentemente es mucho más cara y ese probablemente sea el factor determinante para no pedir esa prueba en concreto. A los asistentes, aparte de la prueba, se les facilitó una mascarilla FFP2 para entrar al recinto, lo cual garantiza que, en principio, los asistentes están protegidos frente a posibles contagios derivados de posibles fallos de los test de antígenos.
Tras todo este periplo, se conseguía entrar en el primer concierto multitudinario que se parecía de algún modo a los conciertos de antes de la pandemia. Durante el concierto, diversos anuncios recordaban la existencia del virus, y el cantante de Love of Lesbian hizo varias alusiones al virus y a la lucha contra el mismo.
Es posible que con estas medidas se consiga que no haya habido contagios en el concierto del sábado, pero surgen dudas que van mucho más allá del acierto o no de este nuevo tipo de conciertos. Para mí la pregunta fundamental es si tiene sentido hacer pruebas piloto como ésta justo ahora. Puedo entender la euforia de los 5.000 asistentes, pero…¿qué pasa con el resto de la ciudadanía de Barcelona? ¿Qué mensaje se nos está trasladando?
Hemos estado mucho tiempo con la hostelería cerrada. Las restricciones que vive la ciudad de Barcelona son duras. Muy duras. Y es totalmente entendible que mucha gente no entienda por qué motivo nos la jugamos con cosas como estas.
La excusa que se da repetidamente es la de la necesidad de recuperar el sector de la cultura, pero esa excusa es bastante floja. Durante este año de pandemia muchos hemos acudido a ver obras de teatro, monólogos y conciertos en lugares que se han esforzado por mantener en la medida de lo posible la distancia de seguridad y todo lo necesario para reactivar una cultura segura en este tiempo de pandemia. Están aguantando el tirón, como todos los sectores, como pueden.
Además hay otro aspecto que me parece curioso. El Palau Sant Jordi cuenta con un aforo para conciertos de 18.000 personas. Si entraron solo 5.000 ¿de verdad era imposible mantener la distancia de seguridad? Quizá con eso nos habríamos ahorrado las críticas de quienes consideran que hay una doble vara de medir incluso para con las restricciones.
Al final, este concierto traslada un mensaje confuso a la ciudadanía en un momento en el que lo último que nos interesa es generar confusión. No puede ser que dos núcleos familiares que se consideran burbujas distintas por no vivir en el mismo piso (pese a ser madre e hija) no puedan viajar a una casa del Baix Llobregat, pero puedan ir al concierto juntas si les apetece. ¿Y si se hacen pruebas de antígenos antes de ir a su segunda residencia? ¿Podrían entonces moverse? Hay mil casos en los que, si aplicáramos los criterios empleados para el concierto la respuesta que se debería dar a nivel de restricciones sería muy diferente a la oficial.
Y que no se me entienda mal, puede ser que técnicamente tenga sentido lo de hacernos todos pruebas antes de juntarnos para cualquier tipo de actividad cultural o social, pero cuidado, porque entonces también tendrá sentido que si diez personas nos hacemos una PCR el mismo día podamos viajar en Semana Santa a donde nos plazca, ¿no?. Quizá entonces querrá decir que no debería ser necesario moverse sólo por motivos laborales. Bajo mi humilde opinión, este concierto abre un melón difícil de cerrar. Genera más preguntas que respuestas. Trasladar este tipo de mensajes a la ciudadanía hace, no sólo que muchos se molesten con cómo se está gestionando la pandemia, sino que muchos sientan un agravio comparativo y una desorientación que complicará muchísimo la convivencia.
Mantener el cumplimiento de las normas de seguridad hasta que venzamos verdaderamente al virus debe ser nuestra prioridad. Todos tenemos ganas de salir, ganas de fiesta, pero, o salimos todos o no sale nadie. Porque si empezamos con las excepciones, a mi se me ocurren unas cuantas.