Beatriz Escudero y Francesco Giaveri tuvieron la brillante idea de montar una exposición sobre el despilfarro con el hilo conductor del derroche, la verdadera esencia de la economía del sistema capitalista.
Los dos comisarios se inspiraron en La parte maldita, un libro donde el pensador George Bataille teoriza sobre la tendencia natural del hombre al dispendio, para montar So lazy. Elogio del derroche en Caixaforum con obras de diferentes artistas que tienen cosas en común: desde la aversión al trabajo y la alienación que este produce, a la pereza como forma de resistencia, pasando por el ocio como ideal de vida.
Entre las obras expuestas, un clásica Road Café de madera maciza con el letrero “Siéntese en la silla y permanezca sentado hasta que la muerte les separe”, con la que Esther Ferrer nos anima a la vagancia. Como el banco vacío en un parque, donde alguien creyó haber descubierto el paraíso de no hacer nada como actitud vital. Una imagen de Francesc Abad que conecta directamente con la actitud antisistema de la Barcelona del urbanismo táctico de nuestros días, donde la ciudad alumbra asientos públicos en medio de la calle, en sus cruces y en cualquier lugar donde el barcelonés ocioso roba su sitio al motorizado.
La causalidad ha querido que los últimos días de la muestra coincidan con unas jornadas organizadas por el ayuntamiento --Barcelona reAct-- en las que el consistorio quiere reafirmarse en su proyecto gracias a la ayuda extra del coronavirus. Quiere responder a los ciudadanos que desean dejar Barcelona por motivos de “seguridad” sanitaria –es muy discutible que la única razón de esas aspiraciones tenga que ver con el Covid-- y que se resisten a volver a trabajar en las oficinas –otra premisa cuestionable: las empresas son más partidarias del teletrabajo que sus empleados--. Para ello el consistorio se propone combinar las nuevas tecnologías con la recuperación de los espacios físicos, reactivar el centro y el vacío que dejen en su huida las compañías: vivir, trabajar, comer y hacer deporte al aire libre en un centro reconquistado.
En estas jornadas, en las que participan muy pocos empresarios, pero muchas “personas expertas” --la retórica feminista a la que ya nos tienen acostumbrados -- y “agentes de todos los sectores”, el ayuntamiento va a analizar hasta 10 “palancas para impulsar la recuperación”.
El enunciado del encuentro es interesante. Pero enseguida se ve que la exposición de Caixaforum en torno a la molicie y el odio al “trabajo de mierda” define tanto o mejor los planes del consistorio barcelonés que el Barcelona reAct, cuyo programa se refiere a la poderosa industria turística de la ciudad como la “economía de los visitantes”. Otra filigrana dialéctica para huir de la realidad, como si creyeran que ignorándola dejará de existir.