Hace unas semanas solicitamos formalmente en el Parlament de Catalunya copia de las actas de las reuniones del PROCICAT, así como los datos sobre los que sustentan sus decisiones y los informes de seguimiento de la efectividad de las medidas llevadas a cabo para contener la pandemia. A día de hoy, el silencio por respuesta.
Limitar derechos y libertades con total oscurantismo debería ser algo que combatiésemos todos. La transparencia es clave para los muchos sectores económicos y ciudadanos que se ven afectados por medidas que muchas veces no entienden y que parecen erráticas y poco fundamentadas. Pero, al parecer, este punto de vista no es compartido por la alcaldesa Ada Colau que en el pasado pleno rechazó, de forma incomprensible, sumarse a nuestra petición de transparencia.
Barcelona es el principal motor económico de Cataluña, y hoy afronta unas cifras de desempleo y de cierre de negocios insostenibles. En nuestra ciudad, el paro crece proporcionalmente más que la media de Cataluña y España, situándose en un incremento del 36% en relación al 2020.
Los ayuntamientos somos la administración pública mas cercana a la ciudadanía, la primera línea de ayuda para aquellos que ven como un virus y las malas decisiones de sus gobiernos les impiden trabajar. El Ayuntamiento de Barcelona debería ser el primero en exigir transparencia en las decisiones del Govern (o del PROCICAT), y debería ser el primero en exigir conocer si la ruina de los barceloneses es un sacrificio necesario, o la consecuencia de una gestión nefasta e irresponsable.
Si aquellos que nos gobiernan no lo hacen, lo haremos nosotros desde la oposición. Si aquellos que nos gobiernan no tienen la valentía de adoptar las medidas necesarias para paliar la crisis económica, las propondremos y defenderemos nosotros desde la oposición. En Barcelona pel Canvi creemos en las políticas útiles, trabajadas y acordadas con quien quiera sumarse a ellas, sin vetos y sin cálculos electoralistas.
Fiscalizar las acciones de la Generalitat es un derecho de los ciudadanos, y mirar hacia otro lado cuándo se exige la debida transparencia, como ha hecho Colau, es avalar gobernar sin luz y taquígrafos, y sin responsabilidades.
Aquellos que más hablan de nueva política, y aquellos que más invocan la democracia, son los que, en realidad, gobiernan de forma menos democrática.