Dispuesta a batir récords para ser la alcaldesa más ridícula de Barcelona, Cataluña y otros continentes, Ada Colau ya supera a ciudades tan legendarias como Mataró y Sant Pol de Mar. Porque cuenta una leyenda que en Mataró construyeron su primer tranvía dentro de un hangar, y a la hora de inaugurarlo no podía salir por la puerta. Por su parte, la leyenda de Sant Pol de Mar relata que instalaron un reloj de sol y le pusieron una visera que lo protegía del sol y de la lluvia, pero lo convertía en inútil. Es comprensible, porque eran tiempos muy antiguos y de ayuntamientos con menos recursos técnicos que el de la Barcelona actual.
No obstante, aquellas leyendas son ahora pequeñeces comparadas con las chapuzas de Colau, que ha hecho pintar un carril bus donde no cabe un autobús. Igual como hizo pintar otro carril bus en una calle donde no pasaban autobuses. Descubierta su afición por los bodrios estrafalarios, la secta de Ada echa la culpa a los operarios y a que antes de su egregio mandato había pintada otra línea que causó la confusión de los pintores. Pintores, dicho sea de paso, que ahora los dedica a envilecer Barcelona con rayas de colorines siniestros.
La causa real de tanto desbarajuste y de tantas sandeces acumuladas la ha diagnosticado el economista Gonzalo Baratech: “El mal ejemplo que brinda la antisistema Ada Colau con sus descabelladas resoluciones es palmario. En esta dirigente confluyen tres características funestas para todo gobernante con mando en plaza, a saber, una arrogancia sin límites, un sectarismo rabioso y una ignorancia enciclopédica”. Cabría añadir unas patológicas ganas de destacar y de hacerse notar, cuyas consecuencias son deplorables para la ciudad y la ciudadanía, hastiada ya de tantas estupideces.
Puesta a batir récords, Colau podría ahora dedicarse a superar a Valls, capital de la comarca del Alto Campo (según informa la Wikipedia en castellano). Sucede que allí, el dueño de un bar ha regalado cuchillos a la clientela para autodefensa y como crítica irónica de “la delincuencia y dejadez del centro histórico […] el barrio ha llegado a una situación límite, con pisos ocupados, edificios ruinosos, tráfico de drogas, robos, etc. Y la gente que trabaja y vive aquí ha de convivir con la degradación continua del centro de la ciudad”.
Idéntico a lo que pasa en El Raval, Ciutat Vella, Barceloneta y otros barrios de Barcelona, pero a pequeña escala. Por tanto, si Colau persiste en su ambición de figurar en el récord Guinness de la ridiculez, para superar a Valls no deberá regalar navajas, sino espadas de Toledo, aunque sean de esa Made in Spain que desquicia sus nervios ideológicos. Lo dicho por Gonzalo Baratech, pero corregido y aumentado: “Arrogancia sin límites. Sectarismo rabioso. Ignorancia enciclopédica”. Es un lema digno de figurar en un escudo y blasón que podría pintarse y colgar en el balcón del Ayuntamiento comunero. Con el rostro de su cabecilla Colau en lo más alto de la memez y la mamarrachada.