Cuando ese metepatas profesional que es Eloi Badia le dijo a Ada Colau que había encontrado el pregonero ideal para las fiestas de Gràcia en la absurda figura de Jordi Cuixart, la alcaldesa de Barcelona debería haberle respondido algo parecido a esto: “Mira, Eloi, me tienes hasta el moño con tus ideas de bombero. Entre la municipalización del agua, la recogida de basuras y el asco que te tienen casi todas las asociaciones de vecinos, debería echarte del Ayuntamiento a base de patadas en el culo. ¿No te das cuenta de que se me va a llenar la plaza de lazis renuentes al diálogo y al buen rollito que me van a crucificar? Sabes que me paso el día lamiéndoles el trasero y que solo consigo que me odien más que ayer, pero menos que mañana. ¿Tú que pretendes, que me lapiden en nombre de la Cataluña catalana?”.
En vez de eso, que habría sido una reacción razonable, Ada dijo que adelante con los faroles, que viva Cuixart y que fuera lo que Dios quisiera, y puede que añadiera que ya se las apañaría ella para amansar a las fieras. El resultado fue, como todos pudimos ver, lamentable: la chusma abucheando, la alcaldesa llorando, el iluminado Cuixart saliendo en su defensa, Ada agradeciéndoselo con un panegírico ridículo en el que incluso lamentó los cerca de cuatro años que se ha tirado en el talego el hombre del mullet…En fin, una vergüenza municipal de las que hacen historia. Más le hubiera valido elegir a otro pregonero, pero ya sabemos que Ada se pirra por quedar bien con los separatistas y que en Gràcia abundan, pero también debe haber otra clase de habitantes en la que nadie del Ayuntamiento se paró a pensar. La cosa solo podría haber empeorado recurriendo a los servicios de Toni Albà (disfrazado de Emérito) o Jair Domínguez, pero no voy a seguir por ahí para no darle ideas a Eloi Badia en vistas a futuras ediciones de la Fiesta Mayor de Gràcia.
Se supone que un alcalde lo es de todos sus ciudadanos. A cualquiera se le podía ocurrir que Cuixart es para algunos un héroe de la república (que no existe, idiota) y para otros un iluminado un pelín majareta al que no le habrían hecho ningún daño unos años más en el trullo (o, aún mejor, en un centro psiquiátrico). A cualquiera menos a Ada, que se sumó gozosa a la propuesta criminal del señor Badia, quien, como es del dominio público, no tiene una idea buena ni por casualidad. Para colmo, más de un lazi se ha cabreado ante la actitud del tío del mullet, al que se acusa, con su defensa de la alcaldesa, de reprimir las justas quejas del populacho y, prácticamente, de incurrir en el funesto mansplaining (aunque a eso ya está acostumbrada la alcaldesa, la única feminista que conozco que tiene al maridito detrás de una cortina, soplándole lo que tiene que decir y que hacer).
Conclusión: un espectáculo tan bochornoso como previsible que debería convencer a Ada de una vez por todas de que se olvide de los lazis, que nunca la han querido y nunca la querrán, y se concentre en el electorado de izquierdas al que, en un principio, se supone que se dirigía. Estamos ante el enésimo intento de Ada de congraciarse con los separatistas y es evidente que no hay nada que hacer. Para ellos siempre será la oportunista que le arrebató la alcaldía al Tete Maragall con la ayuda de cierto facha francés que tuvo el descaro de aparecer por aquí para plantear un futuro distinto para Barcelona. Déjalo correr, Ada, aún estás a tiempo. ¿Hasta cuándo piensas estrellarte contra el muro estelado y cuatribarrado, hija mía?