Al parecer, durante sus becas malgastadas y sus devaneos amorosos por Italia, Ada Colau tuvo un desliz imperdonable en su inquebrantable fe laica. Ocurrió que se prendó de San Francisco de Asís, patrón de veterinarios, animales, ecologistas y agentes forestales. Fue un renuncio de su devoción anticlerical que mantenía secreto, pero que se ha descubierto ahora a causa del gasto canino y gatuno más grande y bestial jamás contado ni contabilizado en la historia de Barcelona.

En su camino hacia la santidad animal, Colau gastará más de 200.000 euros en un año para pasear a sus huéspedes de la perrera municipal. Una misión del servicio de paseadores de canes en las instalaciones de Collserola será cuidar del bienestar de las mascotas, promover adopciones y “tratar y prevenir problemas de comportamiento o conductas específicas de los perros” (no así de las perras, que son de natural obedientes por el hecho genético ser hembras) mediante técnicas de educación canina “en positivo”. Además, prepara un parque de atracciones para perras buenas y perros malos de 1.400 metros cuadrados en el parque de la Estació del Nord. Costará más de un millón de euros y las obras durarán más de seis meses.

Para la conciliación doméstica con bichos, ha concebido en la perrera otro chiringuito de atención a domicilio a fin de atender a los perros ya adoptados y vigilar que se comporten y no tengan “conductas extrañas” (sin especificar). En cuanto a los paseos con guía, pretende que “desarrollen la relación social con otros perros o con personas” y se promocione “la exploración del olfato, la masticación y la autoconfianza”. Su falsa coartada humanista se basa en resolver el conflicto entre propietarios de canes y vecinos. Cuando lo cierto es que los conflictos no son entre vecindario y dueños de chuchos, sino entre vecindario y personas incívicas que tienen perros (no perras) y se comportan como puercas.

Demostrado que Colau vive en un estado de mentira permanente, lo cierto es que con su interesada zoofilia desea pescar votos del grupo de presión compuesto por veterinarios, empresas de alimentos para mascotas, fabricantes de chuches y complementos, protectoras de animales, amos de bestias más o menos domesticables y otros negocios colaterales. Como nuevo alumbrado, cambio del mobiliario urbano, mejora de la accesibilidad y de la visibilidad interior, retoques de taludes, caminos, pendientes más suaves… Si Vargas Llosa escribió la novela La ciudad y los perros, la alcaldesa quiere superarlo con su catecismo sobre Las perras y la ciudad. Porque en Barcelona hay más de cien espacios para canes y casi el cien por cien de ellos tienen un lugar de ocio a menos de quince minutos de sus casas.

Son lujos y comodidades que muchas personas con o sin mascotas no tienen tan cerca de su vivienda, como paradas de metro, bus, taxi, lavabos públicos… Y es de un cinismo sobrecogedor que la alcaldesa sólo ofrezca cincuenta plazas para acoger a mujeres y niñas afganas en Barcelona. San Francisco de Asís era un rico que abandonó su riqueza para vivir como pobre. La burguesa Santa Ada de Asís ha ganado mucho más dinero del soñado y merecido, y ha logrado que Barcelona sea más pobre.