El éxodo rural es un fenómeno migratorio que se aceleró con la Revolución Industrial y, sobre todo, a partir de la segunda mitad del S.XX, donde los adolescentes y adultos jóvenes abandonaban su entorno rural para instalarse en la ciudad. Varias décadas después, en Barcelona estamos viviendo un fenómeno parecido, pero con el efecto contrario: se está produciendo un éxodo de personas que deciden irse de nuestra ciudad, buscando mejores oportunidades y la calidad de vida que Barcelona no les aporta en la actualidad, dando paso a lo que podíamos denominar como éxodo urbano.
Por primera vez desde 2015, Barcelona ha perdido población. Según los dirigentes del desgobierno municipal de Colau y el PSC, se debe a los efectos de la pandemia, ¿pero entonces cómo se explica que otras zonas de Cataluña hayan ganado población en el mismo periodo de tiempo y con los mismos efectos de la pandemia? Por poner un ejemplo, el Maresme ha ganado cerca de 4.000 habitantes en un año. Son personas que principalmente proceden de migraciones interiores del propio territorio de Cataluña, mucha de ellas procedentes de la ciudad de Barcelona.
El Maresme es la segunda comarca que más saldo positivo ha registrado en relación al número de habitantes, la primera es la comarca de Barcelona, que incluye a los municipios de Badalona, Sant Adrià del Besòs, Santa Coloma de Gramenet y la propia ciudad de Barcelona. Es decir, a pesar del saldo negativo de Barcelona, esta comarca es la que más sube en cuanto a número de habitantes.
Una primera conclusión es clara, el descenso de población de la ciudad de Barcelona no se puede atribuir exclusivamente a los efectos de la pandemia, queda demostrado que en el resto de terriorios la tendencia es diferente. Lo que no dicen ni Colau ni el PSC, es que la gente se está marchando de Barcelona hartos de la degradación que está sufriendo la ciudad durante estos largos ya seis años de Colauismo, con el apoyo directo del PSC y el indirecto de los partidos independentistas (ERC y Junts).
Hay otros factores que pueden propiciar el éxodo de barcelones hacia otros territorios y que ni Colau ni PSC recogen en sus informes. A nadie se le escapa que Barcelona tiene un grave problema de desorden público y de seguridad. El concejal Batlle ha sido incapaz de poner orden en la ciudad, y en este tiempo se han multiplicado los actos de incivismo, la inseguridad y se ha enquistado el problema con la okupación de viviendas. Además, a ello hay que sumarle nuevos fenómenos como el de los botellones, que desde el desgobierno no han sabido atajar a tiempo, al contrario, los han alentado, provocando un problema grave de convivencia con los vecinos y generalizado en toda la ciudad.
Tampoco se ha puesto solución a los numerosos cortes de la Meridiana (más de 500 cortes en dos años), provocando el hartazgo de los vecinos que ya están y evidentemente provocando que a nadie con dos dedos de frente se le ocurra pensar en la posibilidad de trasladarse allí.
En el distrito de Sant Andreu, la implantación del sistema de recogida de residuos ha sido un absoluto fracaso, multiplicando la presencia de bolsas de basura que ni Colau ni el PSC recogen, facilitando la presencia de suciedad, plagas y ratas. Las ratas son, posiblemente, el único colectivo que ha visto como su bienestar ha mejorado con el desgobierno de Barcelona, y muy posiblemente su número de población sí que haya crecido en este tiempo. Nadie que tenga la posibilidad de escoger, ahora mismo, se debe plantear iniciar una nueva etapa de su vida en este barrio.
En el distrito de Ciutat Vella, se han seguido cronificando los problemas que ya existían con anterioridad a la pandemia, inseguridad o falta de higiene, pero ahora además hay que sumarle que ha sido uno de los focos de los botellones masivos en las playas, creando nuevos problemas de convivencia.
Seguramente podría seguir relatando todos los problemas que sufren los barceloneses y que han conseguido que nuestra ciudad haya dejado de ser atractiva y que en lugar de atraer talento, inversión y personas, ahora sea una ciudad que expulsa a la gente y muchos quieran huir de ella.
Hace años Barcelona un lugar de oportunidades. Ahora, Barcelona es ese lugar del que los ciudadanos huyen hartos de las decisiones del desgobierno de Colau, PSC, y siempre con el apoyo fiel de los independentistas de ERC, sus socios prioritarios y fieles.
Barcelona necesita un proyecto transversal, con liderazgos fuertes, que no gobierne a golpe de ideología y sectarismo, que crea en la ciudad y la quiera, más allá de los intereses personales de algunos que pretenden presentarse como salvadores del pueblo, la mayoría de ellos fuera del Ayuntamiento ahora mismo y que destilan mesianismo.
Nuestro proyecto quiere recuperar el esplendor de Barcelona y que vuelva a ser ese lugar de oportunidades aprovechando el inmenso potencial que tiene, pero a su vez, es un proyecto que huye de personalismos, mesianismos, y de los proyectos o intereses personales. Únicamente con un proyecto transversal y que implique a mucha gente será posible recuperar nuestra ciudad y que deje de ser insufrible.