En política, tarde o temprano te enfrentas a una situación que no es de tu agrado. Es parte del oficio, y si no te gusta, mejor dedícate a la papiroflexia. Un buen político ha de saber tragar sapos, que suele decirse. O comerse un marrón. O aceptar que te verás forzado a hacer algo que no quieres hacer, ya sea porque dijiste que no lo harías, ya sea porque no te gusta, ya sea por lo que sea. Pero todos los tratados de política, desde las cartas de Cicerón o los comentarios a la primera década de Tito Livio de Maquiavelo hasta ahora, dicen que mejor tragarte un sapo que criar cuervos. A la larga, lo agradecerás.

Lo de criar cuervos viene de "cría cuervos y te sacarán los ojos", que también podría ser "recoges lo que siembras". Porque en política, como en todo lo demás, hay que ir con mucho ojo con lo que vas sembrando o criando, porque al final tendrás que enfrentarte a ello. Como el personal tiene poca afición a tragar sapos, lo que es comprensible, se aficiona a despistar al público criando cuervos, lo que no debería permitirse.

Tenemos ejemplos sangrantes y muy cercanos. Podríamos hablar, por ejemplo, de la deslocalización… No, mejor que llamemos a las cosas por su nombre. Preguntémosnos por qué algunas industrias abandonan la metrópoli barcelonesa o prefieren otro lugar para instalarse. Los ejemplos más recientes son los de Nissan y Seat, pero hay algunos más.

Recordemos a la ínclita señora doña Janet Sanz diciendo, a propósito del entonces posible cierre de la fábrica de Nissan: "Hay que evitar que esto se vuelva a colocar en el mercado. Hay que evitar que esto se vuelva a reactivar", así, con un par. Mucha gente se llevó las manos a la cabeza e imagino las caras de los trabajadores de la Nissan. No me extraña que abuchearan a la alcaldesa a la que tenían ocasión. Yo lo hubiera hecho, en su lugar, qué menos. Por suerte para ella, su discurso político carente de sustancia le permite juegos malabares y, donde dije digo digo Diego, pero esto no es exactamente tragarse un sapo, sino, permítanme señalarlo y subrayarlo, seguir dando pienso a los cuervos.

Un gobierno municipal tan poco comprometido con la reconversión industrial de la Nissan de pensamiento, palabra, obra y, sobre todo, pecando de omisión es de chiste que sostenga todavía ser de izquierdas. Ahora sumen un gobierno autonómico paralizado, inútil para nada que no sea el folklore y la tontería nacional-populista y mucho más preocupado por asuntos de tanta enjundia como el doblaje de las series de Netflix que por el futuro industrial del país. La guinda del pastel la pone un gobierno central que no acierta con la fórmula para que las ayudas europeas al desarrollo económico sean ágiles y efectivas. Las últimas noticias que tengo sobre Nissan en Barcelona es que una empresa china ha visto el percal y ha decidido invertir en otra parte. Nos hemos quedado en blanco.

Ahora recordemos otra memorable escena. Vienen a Barcelona los jefazos del grupo Volkswagen, para ver si ponen un buen parné en una fábrica de baterías y sabe Dios qué cosas más. Es tanto el dinero en juego que el rey viene a recibirlos. Es su trabajo. Pero, ay, no, que viene el rey y con el rey no quiero salir en la foto. La alcaldesa Colau y el presidente de la Generalitat, el señor Aragonés, excusaron su presencia de la manera más notoriamente idiota posible, para que se notara su tontería. No me acuerdo de la excusa que daría cada uno, pero seguro que uno se iría a la importantísima reunión de algún aplec sardanista y que la otra tendría un webinar sobre la controversia entre Bornstein y Kristeva, ambas ocupaciones muchísimo más importantes que la de conseguir que Barcelona sea uno de los centros industriales de la reconversión de la industria automovilística europea, adónde vas a parar.

Ahora vienen los cuervos a devorarnos, cuando el grupo Volkswagen, en agradecimiento a tantas atenciones, ya ha dicho que las baterías las va a fabricar en Barcelona tu abuela, y que si no se ponen las autoridades a tono, veremos a ver cuánto nos dura Seat, que en otros sitios nos miran con mejores ojos. Con más razón si sumamos todo el follón habido y presente con la cosa nacional.

Vale ya de criar cuervos, vale ya. Toca tragar sapos, antes de que sean demasiado grandes.